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Felipe González intenta poner paz entre Chamorro y el Parlamento de Nicaragua

Felipe González actuó ayer como un bombero. Intentó apaciguar el enfrentamiento entre el Ejecutivo de la presidenta Violeta Barrios de Chamorro y la Asamblea Legislativa que amenaza la gobernabilidad de Nicaragua. Con tal propósito prodigó múltiples consejos y pronunció hasta hartarse la palabra mágica de la transición democrática española: consenso. Es probable, sin embargo, que sus recomendaciones caigan en saco roto y que se agudice una pelea que puede sumir al país en el caos.

El presidente del Gobierno pronunció un discurso ante la Asamblea Legislativa nicaragüense. Lo hizo cuando el Parlamento acaba de aprobar una reforma que modifica 67 de los 202 artículos de la Constitución de 1987 para recortar algo los poderes del jefe del Estado y, sobre todo, prohibir a familiares del presidente ser candidatos a ese cargo. Antonio Lacayo, yerno de Chamorro, aspira a suceder a Chamorro." Es difícil imaginar", advirtió González a la Asamblea, "que puedan asentarse firmemente los cimientos de la casa común [de la democracia] si no se consigue un acuerdo previo sobre materiales a elegir". "Cuando se acometen empresas decisivas que han de marcar el rumbo de un país es sumamente conveniente conseguir el mayor grado de consenso posible". "Desde luego, en la experiencia de la transición española este fue un elemento fundamental".

Para intentar convencer a su auditorio de que opte por el diálogo y no el enfrentamiento con el Ejecutivo, González dio otro argumento: "Las perspectivas económicas son halagüeñas y el país podría iniciar la senda de un crecimiento sostenible que permita mejorar el nivel de vida de la población, favoreciendo la creación de un clima de confianza para las inversiones" que el choque institucional no propicia.

Pidió además el presidente español a los parlamentarios que, para fomentar la llegada de capital extranjero, ayuden al Gobierno nicaragüense a promover una solución, al problema de la propiedad, es decir, indemnizaciones o devolución de sus bienes a aquéllos que fueron expropiados en tiempos del sandinismo. Entre ellos figuran unos 80 españoles a los que González recibirá.

La primera visita oficial de González a Nicaragua -hizo un viaje privado en 1981- se está desarrollando en medio de grandes medidas de seguridad. La Policía Nacional incrementó la protección, de la Asamblea Nacional y de varias embajadas, entre ellas la de España, por temor a que se produzcan intentos de ocupación de sus sedes. Además, los habitantes de la capital no podrán llevar armas durante la estancia del huésped español ni durante la del ex presidente de Estados Unidos George Bush, el 25 de febrero, aniversario de las elecciones presidenciales de 1990.

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Agradecimiento a España

Chamorro impuso a González la máxima condecoración de su país. La presidenta agradeció la cooperación que brindó España a la pacificación y democratización de Nicaragua y recordó el particular apoyo a la celebración de las elecciones en 1990. Esos comicios, que ganó Chamorro, pusieron fin a un decenio de gobierno sandinista y a la guerra de ocho años entre ese régimen y la Contra.

Nicaragua es la última etapa de la gira de González por Centroamérica, que concluye mañana. El presidente del Gobierno tiene previsto llegar a Madrid, tras ocho días de ausencia, el domingo a mediodía.

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