"Europa camina hacia el modelo americano"
Albert es un gurú de las relaciones laborales y el Estado del bienestar en Europa. Destacado empresario -presidió 12 años la aseguradora francesa AGF-, prevé más flexibilidad laboral y la pervivencia de la protección social.
Hace cuatro años, Michel Albert, consejero del Banco de Francia y antiguo presidente de la aseguradora AGF, estudió dos modelos de capitalismo: el estadounidense y el renano, del centro y norte de Europa. Ahora, Albert, que ha pronunciado una conferencia en Madrid, pasa revista a ambos y concluye que no vencerá un modelo sobre el otro. Ambos se contagiarán.
Pregunta. Desde hace años mantiene que hay una pugna entre dos tipos de capitalismo: el neoamericano -individualista y más preocupado por el beneficio inmediato- y el renano -más solidario y con expectativas de beneficio a más largo plazo- ¿Cree que vencerá uno sobre otro?
Respuesta. Los dos se acercaran a medio plazo. El capitalismo americano es un sistema duro que estimula mucho al individuo aunque le hace responsable. Pero sufre la inexistencia de protección social. Clinton, reconoció ese problema cuando quiso poner en marcha el Sistema Nacional de Sanidad pública. No triunfó entonces, pero habrá un día en que Estados Unidos tenga más protección social. En cuanto a Europa, tendrá que disminuir la rigidez que caracteriza sus relaciones laborales, y que ha provocado parte del paro. Esa rigidez, que conlleva, por ejemplo, que los sindicatos nieguen la apertura de los almacenes los domingos, disminuirá.
P. ¿Ello implicará menos contratación indefinida?
R. Evidentemente, sí. La sociedad europea camina hacia el modelo americano de tener menos garantías en el puesto de trabajo, pero también más diversidad, menos uniformidad. En una sociedad como la de Europa, dominada por los convenios colectivos, se puede decir, exagerando, que todo el mundo llega a la misma hora al trabajo, coge sus vacaciones al mismo tiempo y tiene el mismo sistema de protección social. En el mundo neo-americano, la gente escoge por sí misma, pero hay menos garantías en el empleo y más trabajos precarios.
P. ¿Cree que la reforma española del mercado de trabajo es un ejemplo de ello?
R. Evidentemente, sí.
P. El Estado del bienestar está en cuestión. ¿Podrá sobrevivir?
R. Lo que está es, cada vez, más caro. Y no son los que se benefician del sistema de protección social los que lo quieren cambiar, sino los que lo pagan. En cualquier caso, creo que hay que diferenciar entre la sanidad y las pensiones. En el primer caso, estoy seguro de que se reducirá la protección a las personas, con mayores niveles de renta para poder concentrar los esfuerzos en los más pobres.
P. En cuanto a los pensiones, ¿podrá continuar el sistema dereparto?. Es decir, ¿seguirá el mecanismo de solidaridad por el que las generaciones jóvenes financian las prestaciones de las mayores?
R. A mí, que tengo 65 años, desde luego es un sistema que me encanta, pero tendrá que completarse con la ayuda del ahorro privado. Y eso por dos razones: porque el número de ancianos crece cada vez más, y cada vez somos más irreductibles, luego hay que pagarnos más tiempo; y, en segundo lugar, porque desciende al mismo tiempo la tasa. de natalidad. El número de los que pagan disminuye y el numero de los jubilados aumenta. Pienso que, al final, existirá una pensión obligatoria básica garantizada para todos y financiada a través de impuestos, y al mismo tiempo hay que desarrollar, para quien lo quiera realizar voluntariamente, un complemiento de pensión privada financiada con el ahorro personal. Para ello, los gobiernos tienen que poner en marcha incentivos fiscales importantes.
P. ¿Cree que la reducción de jornada reduciría el paro?
R. La primera condición para que eso funcione es que vaya acompañada de una reducción acorde de salarios. Pero hay otras condiciones que afectan, especialmente, a la flexibilidad del mercado de trabajo. No se puede imponer a cualquier empresa la disminución del tiempo laboral.. Hay que negociar, caso por caso, según el entorno de cada empresa.
P. ¿Qué otros medios existen para luchar contra el desempleo?
R. Pues, por ejemplo, reducir las cotizaciones sociales en los trabajos menos cualificados.
P. ¿Cómo puede Europa afrontar la competencia de los países emergentes cuya principal ventaja son los bajos salarios?
R. Especializándose en nuevos productos y servicios. ¿Saben qué tienen que fomentar España y Francia?. Pues el turismo. Existe en Europa un gran mercado potencial para el turismo asiático.
P. ¿Cree que la tasa de paro debería formar parte de los criterios de convergencia de Maastricht?
R. Radicalmente no, por dos razones. La primera es que el Tratado de Maastricht, ya está firmado y ratificado. La segunda es que el paro es un asunto fundamentalmente de carácter nacional. Un ejemplo de ello es que España y Portugal, dos países vecinos, tienen tasas de paro totalmente distintas, del 6% en el primer lugar y del 23% en el caso español.
P. Pero está admitido que el paro es un problema europeo.
R. Sí, pero hay una situación muy diferente en cada país de la Unión Europea. Es un problema nacional y, accesoriamente, europeo.
P. ¿Piensa que la moneda única podrá entrar en vigor en las fechas previstas?
R. En 1997 es muy difícil. Tiene más posibilidades la de 1999 en la que sólo bastará que cumplan los criterios de Maastricht un núcleo de países.
P. ¿Estará entre ellos España?
R. No puedo decir lo que ocurrirá en el futuro. Pero sí constato que España está a principios de este año registrando importantes mejoras. La tasa de inflación de enero fue una buena sorpresa, y el déficit público también se está reduciendo.
P. ¿Después de casos como los de Mario Conde, en España por ejemplo, o Bernard Tapie en Francia, ¿piensa que es necesario instaurar una nueva ética de los negocios?
R. Realmente los países que tienen verdaderos problemas respecto a la ética de los negocios, son los países ex comunistas, y sobre todo Rusia. Aunque es verdad que los países latinos no han sido muy brillantes en este asunto. El tema es que en estos países hay una larga tradición de mezclar las finanzas profesionales con las personales y resulta difícil cambiar esas costumbres de la noche a la mañana. En cualquier caso, en Europa, donde asistimos ahora a un gran movimiento de clarificación a nivel político, la sociedad pedirá también más clarificación a nivel empresarial. Se instalará el corporate governance, la pugna entre los propietarios del capital y los gestores del mismo en las empresas. Los accionistas pedirán más explicaciones al consejo de administración, cuyos miembros están nombrados en el 75% de los casos, no por razones profesionales, sino de amistad, con lo que preveo también que cambiará la relación entre los accionistas y la dirección de las empresas.
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