América
Se dieron por satisfechos muy pronto. América Latina ya sólo tenía un problema, decían: Fidel en Cuba. El resto, una balsa de aceite neoliberal surcada por gobernantes educados en Harvard y vestidos de civil. Los ejércitos democratizados -magia potagia-, las guerrillas vencidas o atemperadas en su gran mayoría, los pobres numerosos pero conformados: la democracia, en suma.El gran mentís a la gran mentira fue Chiapas en enero del año pasado, pero los avisos han sido múltiples: Caracas, Salta, el Buenos Aires periférico, burbujas inquietantes en la capa de grasa neoconservadora que esconde la desigualdad y la injusticia, la permanente distribución antidemocrática de los beneficios, la violación, sistemática de los derechos humanos, las torturas y desapariciones q ue siguen produciéndose, la negativa a extender la educación a las capas más desfavorecidas, el genocidio camuflado de los indígenas.
Arnérica, ahora mismo, más allá de los motivos fundamentales por los que debería ocupar siempre nuestras páginas, está ahora en nuestras páginas por la impune masacre que el Gobierno mexicano realiza en la selva Lacandona siguiendo las instrucciones del Departamento de Estado y en el mejor estilo de camuflaje informativo iniciado en Panamá y perfeccionado en la guerra del Golfo. Un poco más abajo, la guerra absurda entre Ecuador y Perú muestra la jaez de sus ejércitos -¿han visto alguna vez soldados blancos entre la tropa- y el talante de sus fundamentalistas gobernantes.
Para protestar contra ambas tragedias se han organizado en Madrid sendas cadenas humanas. Por Chialas, hoy mismo, a las 19.30, en la Embajada de México. Por la paz ecuatoperuana, mañana jueves, a la misma hora, en la plaza del Marqués de Salamanca.
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