Insumisos 'made in' California
Desde la dulce y lejana California insiste Herrero Brasas en suprimir el servicio militar en España. Su artículo del pasado 10 de febrero me ofrece, finalmente, la oportunidad de cerrar esta polémica, pues, amén de no responder a una sola de las objeciones que yo le formulaba (Voluntarismo y ejércitos, EL PAÍS, 3 de noviembre de 1994), el lejano polemista ha salido a escena dejando el prosopon en la guardarropía.Decía yo que la soldada que sugería Herrero Brasas ascendía a 256.760.000.000 pesetas / año y que, además, las disponibilidades futuras de población juvenil en España exigirían, de tomar en consideración su propuesta, que uno de cada cinco jóvenes abrazase voluntariamente la condición de soldado profesional desechando todas las demás ofertas de la sociedad. Pasa ahora de puntillas sobre los datos (calla, luego otorga) y no aclara de dónde habría que sacar el dinero o los soldados para hacer posible su modelo.
Hay razones económicas para rechazar lo que propugna, pero mayor calado tiene el condicionante demográfico y más aún el determinante de ética política, como ha señalado certeramente Rubio Llorente. Profesionalizar por completo los ejércitos sería liberar a los ricos de la onerosa condición de ser soldado (Dignidad de hombres libres, EL PAÍS, 7 de abril de 1994).
En su último artículo ya no le interesan estos "detalles", que, curiosamente, habían sido el armazón de los anteriores, y exhibe un palmito ideológico tan sin "mácula" social que haría sonrojar a Milton Friedman, a Ronald Reagan (antiguo gobernador de su Estado) y a Margaret Thatcher, que con tanto ardor envió a sus hombres a las Malvinas a dar la vida por el imperio, y no para engordar la bolsa particular de los británicos.
En la discusión sobre la función, el tamaño y la eficacia del Estado, tan de moda estos días, nadie hasta ahora había negado al Estado la capacidad de imponer obligaciones a los ciudadanos. Ya sabemos cuál es el "imperativo ético" que le lleva a Herrero Brasas a defender la "Insumisión": que no haya Estado que imponga el pago de impuestos, el servicio militar y otras incomodidades a los ciudadanos.
Si en los artículos anteriores no hubiera defendido él con tanto calor la conveniencia de tener ejércitos profesionales, su última pieza literaria podría habernos confundido hasta hacernos imaginarle un libertario de antaño. Pero no, la cosa está clara: quiere que haya ejércitos, pero pagando, y además una sustanciosa soldada. Sobre este particular le diré, por enésima y última vez, con letra ahora de, Maquiavelo, que, "respecto a que siendo la milicia nacional escasa, podría ser pagada y así estaría más satisfecha y obediente, respondo que no hay milicia posible con tan pocos hombres como los que constantemente pueden ser pagados..." (El arte de la guerra).
La cuestión está zanjada: que cada cual saque sus conclusiones. Yo mantengo que el modelo mixto de Fuerzas Armadas mayoritariamente acordado por el Parlamento es el más conveniente y el único que España hoy puede tener, y reitero que empuñar las armas para defender la soberanía y el modelo de sociedad, las libertades democráticas y los intereses del conjunto de la sociedad es un propósito noble que hace dignos a los hombres libres, y Herrero Brasas pone una sola condición: que nadie sea jamás soldado si por ello no le pagan en billetes de banco. No sé si el Movimiento de Objetores de Conciencia (MOC), empeñado en acabar con los ejércitos, podrá perdonarle algún día, pero con estos amigos ya no necesita enemigos.-
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