El presidente mexicano califica de terroristas a los dirigentes zapatistas y ordena su captura
El conflicto de Chiapas ha dado un giro de 180 grados. En un mensaje inesperado, transmitido esta madrugada por la televisión nacional, el presidente mexicano, Ernesto Zedillo, catalogó al Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), la guerrilla indígena alzada en armas en ese depauperado Estado del sureste del país el 1 de enero de 1994, de movimiento terrorista y arrancó de cuajo al subcomandante Marcos su famoso Pasamontañas. Según el Gobierno mexicano, el ya legendario dirigente guerrillero se llama Rafael Sebastián Guillén Vicente, y sobre él pesa ahora una orden de busca y captura. Un misterio termina, pero mil preguntas siguen abiertas.
En un mensaje breve, y con rostro serio, Ernesto Zedillo anunció el descubrimiento, el miércoles, de dos arsenales clandestinos en la Ciudad de México y en el Estado de Veracruz, colindante con Chiapas. Allí se guardaban granadas de mano, cabezas de mortero y explosivos. Algunas personas fueron detenidas. El EZLN, dijo el presidente, "estaba a punto de emprender nuevos actos de vio lencia" en varios lugares del país."La evidencia descubierta" ha desvelado el origen del grupo. Se trata, dijo Zedillo, de un grupo guerrillero derivado de las llamadas Fuerzas de Liberación Nacional, un movimiento formado en 1969 "partidario de la lucha armada para tomar el poder político". "El origen, la composición de la dirigencia y los propósitos de su agrupación no son ni populares, ni indígenas, ni chiapanecas", concluyó rotundo.
Grupo de delincuentes
A continuación, el presidente mexicano detalló los nombres de los dirigentes identificados como si de un grupo de delincuentes se tratara: "Rafael Sebastián Guillén Vicente, alias Marcos; Fernando Yaffez, alias Germán; Jorge Javier Elorreaga Berdegue, alias Vicente, y Silvia, Fernández Hernández, alias Gabrielá o Sofía". Sobre ellos, dijo, pesa ya una orden de aprehensión.El anuncio cayó como una bomba en un país cuya historia política ha estado marcada en los últimos doce meses por el levantamiento del Ejército Zapatista. De la noche a la mañana, el Gobierno suprimía de un plumazo la legitimidad del "movimiento indígena" al asociarlo con un simple grupo terrorista, y trataba al subcomandante Marcos, con quien el propio Zedillo ha intercambiado cartas, como a un delincuente.
Que el Gobierno iba a dar algún nuevo paso en el conflicto era algo que se sospechaba: en las dos últimas: semanas, la secretaría de Gobernación y el propio presidente habían bombardeado a la opinión pública con comunicados en los que, a modo de rosario, se resaltaban las buenas acciones emprendidas por el Ejecutivo para reiniciar el diálogo con la guerrilla, a la que llegaron a culpar de la dramática crisis económica que estalló en diciembre y puso al Partido Revolucionario Institucional (PRI) y su laboriosamente labrado Tratado de Libre Comercio (TLC) a los pies de los caballos.
Sin embargo, el giro dado ayer por el Ejecutivo ha superado con creces cualquier expectativa. No han pasado ni 20 días desde que el mismísimo secretario de Gobernación, Esteban Moctezuma, verdadero hombre fuerte del Ejecutivo, se entrevistaba en la Selva Lacandona, el bastión zapatista en el olvidado Estado de Chiapas, con quien ahora es el hombre más buscado del país.
Intervención militar
El Ejército Zapatista de Liberación Nacional esperaba a que el Gobierno respondiera a algunas de sus exigencias, como la resolución del conflicto surgido en Chiapas tras las últimas elecciones estatales, a cuyo ganador, el gobernador Eduardo Robledo, no reconocen.Así las cosas, las puertas a una intervención militar en este Estado, que varios acontecimientos, como la adhesión al Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos y Canadá y las propias elecciones generales, habían pospuesto, quedan abiertas.
Misterios pendientes
El misterio ha quedado parcialmente desvelado. Marcos, el líder del Ejército Zapatista de Liberación Nacional, el intelectual criollo que se erigió en el defensor de los indígenas, el guerrillero que sembró la prensa mexicana de comunicados y bellas cartas escritas en un estilo impecable, tiene nombre. Al menos el Gobierno mexicano se lo acaba de dar: Rafael Sebastián Guillén Vicente. Ahora se espera que toda su biografía, todavía escondida, se destripe en las pórximas horas.El nombre de este personaje ha sido el secreto más celosamente guardado en México. Y no sólo por sus correligionarios. A pesar de que el Gobierno ha negado sistemáticamente tener información sobre la verdadera identidad de Marcos, resulta cuando menos chocante que el hallazgo de dos arsenales ponga al descubierto el organigrama del EZLN con todo lujo de detalles.Parece más problable que los servicios de inteligencia conocieran su nombre, pero que el. dato quedara en cuarentena para su uso posterior. El movimiento guerrillero puede ser oscuro, tanto como las actuaciones oficiales.
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