Sanidad no consigue cumplir la prevista implantación de medicamentos sin marca
Sólo 115 fármacos registrados, pese a que suponen un ahorro de hasta un 40%
"Habrá que esperar a, que la Administración se agobie económicamente para que se implante en España una política de medicamentos genéricos", opinan los fabricantes de estos fármacos, principios activos sin marca comercial y hasta un 40% más baratos. Hace un año el ministerio de Sanidad apostó públicamente por ello, pero a estas alturas el nivel de consumo es el mismo: menos del 2% de las recetas. La burocracia y las presiones en contra por parte de las grandes industrias farmacéuticas son las razones de la tardanza, según los productores.
Una vez que vence la patente de un medicamento original, su principio activo terapéutico (medicamento genérico), puede comercializarse por otros fabricantes distintos, resultando el nuevo fármaco hasta un 40% más barato. Por ejemplo, el genérico del conocido antigripal Termalgín sería el paracetamol y el del antibiótico Clamoxil, la amoxicilina, entre 100 y 200 pesetas más baratos. En Europa el consumo de genéricos llega hasta el 35% de toda la prescripción pública. En Estados Unidos, al 50%. En España apenas sobrepasa el 1%, aunque Sanidad se fijó como objetivo llegar al 10%.Pero la situación no ha cambiado desde el anuncio hace un año. La disponibilidad para hacerlo tampoco es generosa. En estos momentos existen registrados sólo 36 principios activos con patentes caducadas y 115 especialidades farmacéuticas con denominación genérica, según datos de la Dirección General de Farmacia. Desde 1992 no se ha aprobado ni un solo genérico nuevo. La mayoría de ellos figuran en el registro desde hace 15 años.
Gestión ineficaz
La justificación de Sanidad es que "ninguna de las solicitudes cumple con los requisitos, como que haya causado baja la patente en países de la Unión Europea o que sea entre un 20% y un 40% más barato que la marca original". Para los fabricantes, es un simple caso de "mal funcionamiento de la Administración y falta de gestión eficaz", según explica Enrique Granda, director general de Llorente Generics. "No se ha hecho nada por parte de la Administración ", coincidió también Walter Gag, de los laboratorios Ratiofharm, en una jornadas sobre este tema organizadas el pasado jueves por Adefarma. Gag recordó que son los países más desarrollados los de mayor mercado de genéricos.
Hay una razón más, para estos fabricantes, en el retraso de la implantación de genéricos en España. "La Administración se ha conformado con lo que ha conseguido sacar a los farmacéuticos y a Farmaindustria (una rebaja del precio del 3%) y tiene presiones de la industria a cambio de otras concesiones como limitar el crecimiento del gasto farmacéutico al 6% anual", opina Granda.
Ángeles Maestro, diputada de IU y ferviente defensora de la introducción de los genéricos en España abunda en este sentido. "El único retraso comprensible es el que se debe a la capacidad de presión de un lobby con muchos resortes en la Administración sanitaria". "No se entiende", plantea, "que en un país con un gasto farmacéutico tan exagerado, tan inútil, no se haya tomado una medida tan clara, pero tan contraria, a los intereses económicos".
Según Granda, éste no figura entre los objetivos de Sanidad para 1995. El Ministerio alude a la dificultad de clarificar un mercado que, como el español, no reconoció el derecho de patente a los laboratorios hasta 1992, lo que ha su puesto que durante años compitieran la marca original, con su correspondiente desembolso en investigación, y miles de copias-fantasía con efectos terapéuticos similares. En resumen, 50 medicamentos de cada para lo mismo. Otro elemento diferencial es que aquí están los precios intervenidos, a diferencia de lo que ocurre en los países con mayor tradición de genéricos.
Prudencia
Farmaindustria repite este argumento para pedir "prudencia" a la Administración. "No existe una cultura de genéricos", repite uno de sus representantes, Juan Manuel Reol. "Pero ya que la implantación es inevitable", según reconoce, propone que se, adopten una serie de "condiciones": que se asegure la fabricación de genéricos conforme a las buenas prácticas de manufactura; que respondan a las exigencias de bioequivalencia con su medicamento original y que no haya genérico con patente en vigor.
Frente a quienes sostienen que el intervencionismo español aleja a las industrias de genéricos baratos por falta de rentabilidad, Walter Gag, fabricante de genéricos, afirma: "Nosotros no somos la Cruz Roja y por supuesto que seguimos ganando dinero".
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