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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Crimen en Argel

EL ÚLTIMO crimen masivo cometido en el centro de Argel por una banda armada integrista supera en salvajismo todo lo conocido en los últimos años: la explosión de un coche bomba cerca de la comisaría central, en una hora de máxima afluencia de público en un barrio comercial en vísperas del Ramadán, ha causado por lo menos 38 muertos y 250 heridos. La matanza se produce días después de que una gigantesca manifestación contra la violencia recorriera las calles de la capital. Nunca antes los terroristas del integrismo habían llegado tan lejos en su desprecio por la vida y en su afán por provocar una guerra civil que deshaga el Estado.Es lógico que el Estado argelino considere ahora prioritario combatir a esos grupos de asesinos que matan con pretextos religiosos o políticos. Y la opinión internacional no puede ignorar tampoco que ello es una obligación de las autoridades argelinas, como lo sería de cualquier Gobierno del mundo. Pero todo ello no impide conservar la cabeza fría y comprender que la represión no basta para acabar con esa situación atroz. La política practicada por el actual presidente, general Liamin Zerual, no lleva a ninguna parte. Aunque habla de "acuerdo nacional" y de convocar elecciones antes de fin de año, la única respuesta visible es la represiva, en ocasiones con métodos expeditivos no sometidos a legalidad alguna. Esa espiral de violencia que ha causado en tres años más de 20.000 muertos en Argelia no da ningún resultado. El país se desangra, y sus relaciones con el exterior se ven cada día más amenazadas.

Zerual piensa que no hay otro camino, y por eso se niega a negociar con el Frente Islámico de Salvación (FIS), el partido que virtualmente ganó las elecciones parlamentarias en 1992 y que fue puesto fuera de la ley, al tiempo que se impedía que se celebrara la segunda vuelta de esas elecciones.

Lo importante aquí es que no es posible meter en el mismo saco a todas las fracciones del integrismo islámico. En el mismo militan los grupos que fomentan y practican la violencia terrorista, pero muchos militantes y cabecillas políticos, incluyendo hoy a los principales dirigentes del FIS, no están en la misma línea. Y, en ese orden, la reunión celebrada en Roma por los dirigentes de los principales partidos de Argelia, incluido el FIS, aporta un elemento nuevo que no se puede subestimar. En esa reunión, figuras eminentes de la política argelina de los últimos años -desde Ben Bella hasta Ahmed, el dirigente del Frente de Fuerzas Socialistas- se han puesto de acuerdo con los representantes de los integristas sobre la base de una plataforma de transición que comprende la renuncia a la violencia, la legalización del FIS y la. convocatoria de unas elecciones a las que concurran todos los partidos, sin distinción de tonalidades.

Zerual ha cometido un grave error al negarse a conversar con una delegación de la reunión de Roma. Incluso para aislar a los asesinos, a los grupos terroristas surgidos del islamismo, para hallar una salida política y electoral al país, sería preciso negociar con el FIS. Cabe esperar que Zerual así lo entienda y que dentro de la tragedia argelina aparezca pronto alguna luz de esperanza.

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