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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Precario Dini

ITALIA YA tiene Gobierno, pero la segunda república sigue con los mismos hábitos qué la primera: crisis largas y Gobiernos cortos. E inseguros. Dini, el sucesor de Berlusconi, ha llegado a la jefatura del Gobierno con una mayoría parlamentaria precaria. Con 302 votos a favor y 39 en contra, depende de las 270 abstenciones decididas por Forza Italia de Berlusconi y por la Alianza Nacional de Fini, el 'nuevo nombre adoptado por los herederos del neofascismo.Esa abstención plantea una amenaza permanente para el Gobierno Dini. Dado su propósito expreso de acabar antes de las próximas elecciones con el monopolio de la televisión, principal baza política de Berlusconi, Dini emprende su tarea con una única certeza: la extrema incertidumbre del apoyo parlamentario en que se basa su Gobierno. Cuenta de momento con los votos de la Liga Norte (los traidores de Berlusconi), del Partido Popular (heredero disminuído de la Democracia Cristiana) y del Partido Democrático de la Izquierda (PDS). Pero, pese a que estas fuerzas han sido las que han obligado a Berlusconi a dejar el poder, no constituyen,, al menos por ahora, una mayoría de Gobierno con visos de continuidad.

En la izquierda, D'Alema ha logrado que el PDS le siga en una operación difícil: votar como jefe de Gobierno al campeón de la revisión de las pensiones, contra el cual había llamado a grandes protestas populares hace escasos meses. En cambio, el voto negativo de los 39 diputados de Refundaci6n Comunista indica que persiste la posibilidad de nuevas acciones populares. En el centro del espacio político se apuntan posibilidades de una reordenación: los numerosos diputados de Forza Italia que querían votar a favor de Dini, alejándose de las órdenes del Cavaliere, indican la existencia de un grupo centrista susceptible, en una nueva coyuntura, de agruparse con el Partido Popular. Ello representaría sin duda una fuerza de atracción para un acuerdo con el PDS, cuyo secretario, D'Alema, busca cada vez con mayor claridad el entendimiento con las fuerzas católicas.

Italia entra, pues, una vez más, y a pesar de tener por primera vez en su historia un Gobierno de técnicos puros, en una etapa de incertidumbres. Berlusconi conserva la posibilidad de derribar al Gobierno, siempre que Fin¡ le apoye, y sus diputados le sigan en tal empresa. Pero ésta podría provocar nuevas fisuras en la derecha. Dini necesita dotes florentinas para sacar adelante su programa desde la precariedad crónica.

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