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Ordóñez denunció hace un año y medío que era vigilado por desconocidos

El presidente del PP vasco, Jaime Mayor Oreja, preguntó hace tres semanas a los responsables de Interior si existían indicios de que ETA pretendiera atentar contra Gregorio Ordóñez. Mayor Oreja estaba alarmado por la creciente actividad de ETA coincidiendo con el asesinato del sargento de la Guardia Municipal de San Sebastián Alfonso Morcillo y quizás también por los rumores sobre un posible atentado contra un político local. La Consejería de Interior respondió que en los documentos hallados a ETA no figuraba Ordóñez. Pero éste denunció hace año y medio que había visto a unos desconocidos merodear por su portal.

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El consejero vasco de Interior, Juan María Atutxa, responsabilizó ayer implícitamente del crimen a la dirección de Herri Batasuna (HB). "La responsabilidad en el asesinato", dijo, en clara alusión a los integrantes de la Mesa Nacional de HB, "es de aquellos que todos los lunes se sientan en torno a una mesa".Entre ellos, añadió, "hay bastantes personas que están marcando la estrategia de esos irresponsables que después aprietan el gatillo o ponen la bomba". El consejero aseguró que se habría protegido al líder del PP en Guipúzcoa si éste hubiera pedido escolta.

Ordóñez no figuraba ni en los documentos encontrados en el piso de Tolón (Francia), donde fue detenido en noviembre el número dos de ETA, Félix Alberto López de la Calle, Mobutu, ni en los intervenidos posteriormente al comando Vizcaya. Ordóñez, sin embargo, no ocultaba últimamente que temía por su vida.

Asesinato de Morcillo

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El asesinato del sargento. Morcillo, que había aparecido tangencialmente envuelto en una aparatosa y confusa polémica suscitada por la denuncia de Ordóñez sobre la existencia de confidentes de ETA dentro de la Guardia Municipal donostiarra -dos de los agentes a los que denunció el concejal fueron detenidos en su día por presunta pertenencia a la organización terrorista- debió alertarle sobre la posibilidad de un atentado.

El líder del PP guipúzcoano, un hombre curtido en el conflicto y la polémica, que despertaba en la ciudad reacciones encontradas de abierta simpatía y de declarada animadversión, empezó entonces a detectar movimientos extraños en torno a sí y empezó a creer que estaba siendo vigilado. Como ocurre tantas veces en estas ocasiones, en las que el afectado duda incluso de la realidad de sus sospechas, no reclamó escolta, aunque probablemente la habría aceptado si se le hubiera confirmado el peligro.

Hace un año y medio, sin embargo, Ordóñez rechazó la escolta que le ofreció el Gobierno Civil de Guipúzcoa, cuando la policía sospechó que un grupo del comando Donosti trataba de atentar contra el concejal. Eso coincidió con el hecho de que el propio Ordóñez había comunicado que había visto a desconocidos merodeando por su portal, por lo que la policía montó un dispositivo de contravigilancia que no logró resultados.

El líder del PP vasco, Mayor Oreja, dijo ayer a Onda Cero que la desprotección de Ordóñez "es una responsabilidad de quien no quiso colocarle escolta, porque no fue una decisión personal de Gregorio Ordóñez, sino que fue solicitada y, de alguna manera, las autoridades no consideraron oportuno ponerla".

La existencia de rumores recientes sobre un posible atentado un político fue confirmada ayer a este periódico en medios policiales, que, sin embargo, no llegaron a determinar el origen.

Se sabe que en la lista de posibles objetivos hallada en Tolón (Francia) figura un político residente fuera del País Vasco. Algunas fuentes aseguran que en la lista aparece igualmente el apellido Morcillo y apuntan que si la policía no alertó al sargento donostiarra es porque creyó que el objetivo de ETA era otra persona del mismo apellido y con mayor proyección pública que reside fuera de Euskadi.

Responsables del departamento vasco de Interior admitieron que la hipótesis de un atentado al dirigente del PP no estaba prevista por sus servicios: "Es la primera vez que ETA militar militar atenta mortalmente contra un político en activo".

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