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Cavaco anuncia que deja el liderazgo de su partido y que no disputará las elecciones portuguesas

El primer ministro portugués, Anibal Cavaco Silva, de 55 años, anuncié ayer en conferencia de prensa que abandona la presidencia del Partido Socialdemócrata (PSD, centro derecha) y que no se presentará a las próximas elecciones generales, previstas para el mes de octubre. Los comicios podrán, sin embargo, celebrarse antes de esa fecha si el presidente, el socialista Mario Soares, accede a disolver el Parlamento como piden el Paxtido Popular (PP) y el Partido Comunista Portugúes (PCP). El Partido. Socialista (PS), la principal fuerza de la oposición, no es partidario de la disolución.

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Con la vista puesta en las presidenciales

Eran las cuatro de la tarde de ayer cuando Cavaco Silva se presentó ante decenas de periodistas portugueses y extranjeros que llenaban el salón del palacio de Sáo Bento, residencia oficial del primer ministro, para anunciar que no será candidato a la presidencia del PSD en el congreso nacional que celebrará los próximos días 17 y 18 de febrero, y que tampoco disputaría en las elecciones el cargo de primer ministro."He defendido la necesidad de una renovación dentro del PSD y quiero ser el primero en dar ejemplo", dijo. El primer ministro añadió de inmediato: "El mayor partido portugués [el PSD] tiene personalidades tanto o más capaces que yo para ejercer el cargo que ocupo desde hace diez años".

La renuncia a la jefatura del Gobierno, sea cual sea el resultado de las próximas elecciones, es, según Cavaco, una consecuencia del abandono del liderazgo del PSD, dado que "el futuro presidente [del partido] debe ser el candidato a la jefatura del Gobiemo". Sobre la fecha escogida para anunciar una decisión aparentemente tomada hace varios meses, Cavaco señaló qué deseaba reducir al máximo "el periodo de turbulencia interna que el cambio de líder provoca en todos los partidos sin dejar, sin embargo, de colaborar hasta el final en la preparación de la estrategia que la actual dirección [socialdemócrata] someterá al congreso".

El primer ministro reafirmó su intención de permanecer al frente del Gobierno y gobernar "con seriedad, rigor y firmeza" hasta el fin de la actual legislatura, "cumpliendo el mandato que me fue atribuido por el pueblo portugués". Cavaco admitió que "razones personales y familiares" han pesado decisivamente en su decisión: "He sido presidente del partido y del Gobierno cerca de diez años, doce horas al día, sin sábados ni domingos, y he privado a mi familia de la atención que merece".

Según Cavaco, esta situación ya se encuentra felizmente superada. "Los portugueses pueden estar tranquilos. La recuperación económica está en marcha, la inflación y el paro controlados, el déficit presupuestario ha sido reducido y todos los compromisos asumidos por el Gobierno para el año en curso están cubiertos con los recursos necesarios".

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Preguntado sobre una eventual disolución del Parlamento y la anticipación. de las elecciones, cavaco Silva perdió la frialdad y aparente serenidad que mostraba para rechazar esa posibilidad. "La disolución del Parlamento es un recurso que sólo debe ser utilizado cuando no es posible asegurar la gobernación del Estado. No es una amenaza que pueda hacerse cada mañana que el presidente de la República se despierta de mal humor". Citó como ejemplos los recientes casos de Holanda e Irlanda para apoyar su tesis, según la cual cuando el Gobierno dispone de una mayoría parlamentaria que le apoya debe continuar en el poder, aunque el primer ministro sea sustituido en el liderazgo del partido en el Gobierno.

Otra interpretación

Se sabe, sin embargo, que el presidente Soares interpreta la situación de otra manera. Según la prensa de Lisboa, Mario Soares ha dicho a sus más directos colaboradores: Si Cavaco renuncia [al liderazgo en su partido] lo destituyo [al Gobierno] al día siguiente". Soares recibió ayer a los líderes de los tres partidos de la oposición que le han pedido la dimisión del ministro de Defensa, Fernando Nogueira, como consecuencia de un escándalo denunciado el viernes pasado por la prensa a propósito de la reparación de dos motores de helicópteros indonesios, país con el que Portugal no mantiene relaciones diplomáticas por el conflicto de Timor.

Sin esperar a la decisión del presidente, el PCP ha tornado ya la iniciativa de presentar una moción de censura, que podrá empezar a ser discutida mañana si la aceleración de la crisis no quita todo sentido a tal debate.

El hombre que modernizó Portugal

Cuando Aníbal Cavaco Silva llegó al poder, en julio de 1985, los gobiernos duraban un promedío de 11 meses, la inflación rondaba el 30% se tardaba unas seis horas para ir en coche de Lisboa a Oporto (360 kilómetros) y Portugal, que acababa de concluir las negociaciones para adherirse a la Comunidad Europea, junto con España, era un país enfermo política, social y económicamente.El nuevo primer ministro, recién elegido líder de un moderado Partido Socialdemócrata (PSD) en plena crisis, era un economista "sin currículo político" según sentenció su antecesor y futuro rival Mario Soares, quien jamás perdonaría a este outsider la audacia de haber provocado la caída de su Gobierno. Pese a la elección de Soares a la presidencia en diciembre de 1986, el primer Gobierno de Cavaco concluyó brillantemente la legislatura (21 meses) y consiguió mayoría absoluta en el Parlamento elegido en octubre de 1986, hazaña considerada imposible en un sistema proporcional dominado por cuatro grandes partidos y que repetiría cuatro años más tarde, con un porcentaje aún mayor de votos.

Hoy, la inflación está controlada y deberá situarse en 1995 por debajo del 5%, el paro sigue por debajo de la media europea (5,5%), se viaja de, Lisboa a Oporto en dos horas y media (por autopista) y Cavaco Silva ha llegado a ser uno de los jefes de Gobierno más veteranos de la Unión Europea, sólo superado por el alemán Helmut Kohl y el español Felipe González.

Seis años de euforia, sustentada por los fondos comunitarios y una gestión a la vez audaz y rigurosa del dinero público, seguidos de cuatro años de relativo desencanto (aumento de las desigualdades, fin de la seguridad del empleo, agonía de la agricultura, crisis de la enseñanza y de la sanidad...) han cambiado radicalmente el rostro de Portugal. Para mejor o para peor, pero de forma incuestionable.

Y esto, por obra y gracia de un hombre solo. Porque, por más que se hable de cavaquismo, este hombre singular que suscitó fidelidades apasionadas y odios feroces, este tímido que fue capaz de entusiasmar muchedumbres no fue capaz de crear una fuerza política organizada. Aplastó a los partidos políticos -empezando por el suyo- y no deja herederos. La prensa, que él liberalizó por completo de la tutela estatal, nunca le amó y contribuyó decisivamente a minar su autoridad. En los años de las vacas gordas, Cavaco trató a los periodistas con arrogancia, convencido de que su obra era suficientemente sólida como para resistir, a las críticas. Se sentía orgulloso de no leer los periódicos y su frase favorita era: "Déjenme trabajar".

El economista Cavaco Silva jugaba a medio plazo: estaba seguro de que 1995, año de las elecciones, iba a ser el año del fin de la recesión y que el electorado le daría, otra vez, el premio a la mejor gestión. Pero la política no se agota en las elecciones de cada cuatro años. Perdió el contacto con la, calle, abrió, entre el Gobierno y el país real, una brecha que un político de raza como Mario Soares no podía dejar de aprovechar con éxito. El último año, dominado por el con flicto institucional entre la jefatura del Esta do y la presidencia del Gobierno, ha sido un duelo singular: un Cavaco cada vez más de bilitado por puyazos y banderillas, pequeños casos convertidos en escándalos nacionales gracias a la prensa y a los que Soares daba cobertura de Estado. En vano, los barones del PSD, conscientes de la gravedad de la situación, exhortaron Cavaco a ser "más político", a aceptar la dosis de demagogia sin la cual no hay líder que resista. Era pedirle peras al olmo.

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