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Entrevista:PERSONAJES DEL CINE ESPAÑOL

"Vivimos nuestro momento más dulce"

El director lmanol Uribe cree que sus seis películas dan sentido a su vida. El director de Días contados, que obtuvo ayer ocho premios Goya, cree que es un buen momento para el cine español.

Rocío García

Su compromiso con el cine es vital. No se explica su vida sin los revolcones que le dan sus películas. Le da incluso vértigo no implicarse en su totalidad en los proyectos. Su primer largometraje fue El proceso de Burgos, y el último, Días contados, filme con el que ha saldado una cuenta que se debía a sí mismo. Con 44 años, dos hijas y seis películas, Imanol Uribe comparte el momento más dulce que, en su opinión, está atravesando el cine español.Pregunta. ¿Merece la pena hacer cine en España?

Respuesta. Si dijera lo contrario me autodestruiría. Sin, dudarlo, sin dudarlo, volvería a cometer, los mismos errores e ir por el mismo camino una y otra vez. Es verdad que tengo la sensación de pertenecer a una generación jurásica. Algún día, alguien hablará de nosotros como de una partida de locos que al final del siglo XX todavía se empeñaban en dirigir cine en España. Creo que somos el final de algo, el último eslabón, pero no en sentido negativo, sino en el de que vamos a dar paso a otra cosa. Pero por Dios que merece la pena.

P. El cine español ha perdido millón y medio de espectadores con respecto al año pasado. Con estas cifras en la mano, ¿estamos como para celebrar un centenario?

R. El hecho de que en España se puedan hacer treinta o cuarenta películas y que entre ellas haya ocho o diez buenas me parece todo un milagro que hay que celebrar. El que hayamos podido todavía, a pesar de los avatares, mantener la llamita del cine es verdaderamente milagroso. Con la infraestructura que tenemos en nuestro país y la presión de los medios audiovisuales y de la industria multinacional, tenemos motivos para celebrarlo.

P. ¿Qué se juega un director a la hora de hacer cine?

R. Depende de la actitud personal de cada director ante la película y de la implicación que se tenga con ella. Cada filme es un mundo, pero creo que la actitud de un director ante determinado proyecto depende de su implicación o no en la producción. No se puede generalizar, pero en concreto yo me juego todo. Yo no me explicaría a mí mismo sin el cine, sí me quitas mi escasa filmografía, seis películas, no tendría sentido mi vida, incluso existencialmente.

P. ¿Cuál ha sido la mejor época del cine español?

R. La que estamos viviendo. Hay un plantel de directores, actores y técnicos absolutamente fantástico. Si uno ve el panorama actual, inmediatamente te salen diez o quince directores importantes con algo que contar, con un curriculum interesante y además jóvenes, con un camino por delante. Creo que esto nunca se había vivido en España. Probablemente ha habido picos más altos, como Buñuel, por ejemplo, peor como colectivo creativo creo que es el mejor momento del cine español. Hay años mejores y peores, como las cosechas de los vinos, pero nunca hemos vivido una época así, en la que todos los años hay ocho o diez películas muy meritorias y muy interesantes.

A pesar de los pesares y de ser un sector cherokee que lucha en una reserva india, tenemos una potencia que todavía está por verse. El cine español vive un momento dulce que no ha vivido nunca. La mala suerte es que in-du3trialmente estamos pasando un momento malo. Qué pena no haber tenido un apoyo industrial mucho más potente, porque entonces sí que habríamos hecho virguerías.

P. ¿Atisba algún tipo de solución?

R. La solución debe partir de la propia profesión. Personalmente creo que la batella la debernos dar fuera, en los mercados internacionales, porque sólo con el nacional no se pueden amortizar las películas. Es una batalla muy difícil, algo así como David contra Goliat, pero ahí está la solución.

P. ¿A qué cree que se debe la Imanol Uribe. mala prensa que tiene el cine español en nuestro propio país?

R. Una de las cosas que te dicen cuando te quieren halagar y que me repatean es: "Esta película no parece española". Me parece un insulto. Creo que esta mala imagen se arrastra desde el terrible cine que se hizo en los años sesenta o setenta, en los que excepcionalmente se hicieron cosas que merecían la pena, pero el conjunto de la producción dejaba mucho que desear. No me quiero meter con nadie ni apuntarme a la época qué, estamos viviendo ahora, pero me da la sensación de que al cine de los años sesenta y setenta llegó gente de procedencia muy abstracta y diversa, algo así como "el que vale vale y el que no al cine". A finales de los setenta llegó gente con otra cultura, otra visión y otros intereses.

P. ¿Hay alguna solución para que el público vuelva a minisstro cine?

R. No se puede descargar toda la responsabilidad en el público. Evidentemente, hay un tipo de producción que ha sido tierra quemada, pero creo que para que haya tres películas fantásticas, dos buenas y cinco aceptables hay que hacer 24 que no salen. La propia industria ha generado, incluso en la década de los ochenta, un cine subvencionado que se amortizaba incluso antes de empezar a rodar y que no tenía ningún sentido. Luego se han visto las consecuencias; a mucha gente se le quitó la ilusión de ver películas y se quedó en casa. Como colectivo, tenemos que reconocer que también hemos hecho un tipo de cine que no conectaba con los espectadores.

P. ¿La desaparición de las subvenciones anticipadas puede ser un aliciente?

R. Habrá que ver cómo acaba y adónde nos conduce. Estas cosas, hasta que no ruedan y se ponen en práctica, no se sabe, pero, de entrada, me parece positivo en el sentido de que obliga al productor y al director a apostar por la taquilla en el sentido noble de la palabra. Apostar por la taquilla no quiere decir que haya que halagar los más bajos instintos del espectador. Las películas hay que hacerlas para la gente que va al cine, otra cosa es que se consiga o no. El gran problema del encaje de bolillos a la hora de hacer una película es compaginar tus intereses y tus apetencias con esa vertiente industrial.

El peso de la realidad

La calle es su salsa. Le encantaría realizar una comedia, pero confiesa sus dificultades. "A mí la realidad siempre me ha pesado mucho, y más ahora que se ha vuelto tan agobiante y espesa. Llevo tiempo trabajando en una comedia y mis crisis vienen por, ahí. Me pregunto: ¿Cómo voy a hacer yo una comedia ahora con esta realidad?". Es. absurdo, pero así es", dice lmanol Uribe, que reconoce que su filmografía ha estado muy influida por su ascendencia vasca, aunque, cosas del destino, naciera en El Salvador. Por eso mismo, no descarta en el futuro llevar al cine el tema ETA y GAL.Aunque no renuncia a ninguno de sus filmes, ni siquiera a Adiós, pequeña -"una experiencia vital horrorosa que todavía arrastro y sigo pagando sus secuelas" Uribe ha saldado con Días contados, Concha de Oro del Festival de San Sebastián, una deuda que se debía a sí mismo. Días contados y La muerte de Mikel (1983) son las dos experiencias de las que el director se siente más cercano. "De Días contados estoy muy satisfecho porque los objetivos que tenía antes de hacerla y el resultado coinciden bastante", señala Uribe. Uno de los méritos que se autoconcede es que ha sido su película más libre. "Quería contar la historia de dos personajes muy al límite, muy desgarrados, muy de la calle, y sobre todo contarla con absoluta libertad y sin cortarme un pelo. Probablemente es la película más libre que he hecho, no me he comido el coco con autocensuras y me he dejado llevar".

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