Un parque arqueológico, el mal menor
No es ya una sorpresa, ni rompe ningún esquema clásico, el hecho de que en la zona más occidental de la península Ibérica aparezcan elementos artísticos deI paleolítico superior; quizás la opinión pública se haya quedado en Altamira, Lascaux o Niaux, es decir, en el área franco-cántabra, como paradigma del arte paleolítico, pero lo cierto es que desde principios de siglo se conocen yacimientos con este tipo de representaciones en otras zonas del continente como Andalucía (Nerja, la Pileta, entre otras), Italia o, en cuanto a representaciones muebles como estatuillas, Alemania, Rusia y hasta el área siberiana.Portugal ha entrado en fe citas más recientes en el panorama de las manifestaciones rupestres paleolíticas, con Escorial y Mazouco; hace un par de años, algunos colegas portugueses, como el profesor Joâo Zilhâo, de la Universidad de Lisboa, ya comentaron que ciertas zonas del país estaban si,endo objeto de estudio y que acabarían saliendo a la luz.
La autenticidad es lo primero que hay que cuestionarse en estos casos, para no caer en situaciones como la que hace unos años se dio con la alavesa cueva de Zubialde, finalmente reputada como falsa. Sin embargo, el dictamen de personas como Jean Clottes permiten una seguridad casi absoluta. Los escasos y grandes especialistas en el tema, como Clottes, tienen un campo de visión y de conocimiento muy vasto y su opinión difícilmente es rectificada por los análisis fisico-químicos posteriores. El certificó, junto con otros, la autenticidad de la cueva Cosquer, cerca de Marsella, a la que se accede desde las profundidades marinas. Más recientemente Javier Fortea, catedrático de Prehistoria de la Universidad de Oviedo, autentificó los hallazgos de pinturas en Covaciella, en Cangas de Onís. Son los dos casos más próximos de descubrimientos de arte rupestre paleolítico, a los que vienen a unirse los del valle del Coa, que analizaremos a continuación.
Lo primero que hay que dejar claro es que no estamos hablando de pinturas, sino de grabados de figuras de animales repiqueteadas en un soporte relativamente débil, el esquisto. Esta técnica, no muy utilizada, es común en la zona central y oriental de la península Ibérica, con casos como los de Siega Verde o Domingo García, en el lado español de la frontera.
Este hecho será importante a la hora de considerar el segundo de los temas de debate en esta cuestión, el de la conservación de este documento prehistórico de gran importancia.
Cuando el arte prehistórico se presenta en cuevas, es aparentemente más fácil preservarlo de contaminaciones o agresiones de origen humano mediante tratamientos específicos y cierres y vigilancia constante. Sin embargo, la problemática de los conjuntos al aire libre, que se da poco durante el paleolítico, pero es común en fases pospaleolíticas, requiere un tratamiento diferente, más complejo.
En primer lugar hay que dilucidar si hay que conservar el conjunto de grabados del valle del Coa al aire libre o sumergido. Personalmente coincido con la opinión expresada por el profesor Zilhâo, de conservación al aire libre, sin inmersión, por los problemas que el esquisto puede sufrir bajo el agua.
En segundo lugar, una vez aceptada la tesis de no inmersión, que choca con los intereses económicos más directos de Electricidade de Portugal, cabe considerar la forma de visita, de rentabilización social del patrimonio que el Gobierno portugués tendrá en sus manos. Todo debería iniciarse por un estudio detallado de los especialistas, por una publicación acorde con su importancia, para pasar luego al estadio que aludíamos, al de su difusión. El traslado de los grabados no es nunca una decisíón que los científicos veamos con buenos ojos, ya que las figuras fueron hechas en un lugar determinado por muchas razones geológicas, geográficas, orográficas y culturales que un desplazamiento desvirtuaría; pero el mal menor podría ser éste, una entente en la cual ambas partes cediesen algo para un beneficio mutuo, la construcción de la presa y el diseño de un parqué arqueológico.
Esto último es una de las líneas más de moda en estos últimos tiempos en la prehistoria y en la arqueología en general. Tenemos casos muy recientes referidos a pinturas rupestres: el del parque arqueológico de Valltorta, en Tirig, Castellón, abierto desde hace un mes y que es un primer intento de dinamizar una riqueza excepcional en manifestaciones rupestres, en este caso pospaleolíticas, y de preservarlas de visitas incontroladas que acabarían dañando aún más el degradado patrimonio prehistórico del país.
es catedrático de Prehistoria de la Universidad de Barcelona.
Babelia
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