Carta a España
Una mujer me envía cinco folios de apretada escritura, titulados así: Carta a España. Dice, y es natural, que los primeros destinatarios de su dolorido mensaje son el Rey, el presidente del Gobierno y el director general de la Policía. Que yo haya sido el cuarto o el último inclusive no deja, desde luego, de asustarme, pues nada provechoso. se me ocurre, más allá del espanto, ante alguien que ya empieza por concederme, ¡y en qué momentos!, formar parte diferencial de un gran conjunto llamado a voces España. Aun sabiéndome desposeído del- talante de Zola, que tuvo por lo suyo que exiliarse, ninguno de mis amigos consultados me ha brindado sugerente remedio; todos se limitaron a subrayar, con acento circunflejo y sincero, lo bien fundado de mi abrupta sorpresa originaria: "¿Y por qué coños te manda a ti esta carta?". Con lo "cual se comprueba, una vez más, que la amistad consiste en compartir preguntas a las que sólo el enemigo, a su manera, responde.Y, cómo en cualquier crisis de desorientación, he intentado escurrir el bulto mediante analogías de estilo epistolar. Me he preguntado por el éxito peliculero de Laclos, urdido con aquel perverso cruce de cartas entre la marquesa de Merteuil y su compinche Valmont. Me he' acordado también de un hermoso poema del capitán Aldana: Carta a un amigo, al cual le llama Galanio y él mismo se nombra Aldino; de la influencia de las cartas del barroco portugués Antonio Vieira sobre la mexicana sor Juana (Carta atenagórica a sor Filotea de la Cruz); de Diderot, enchironado por su Carta sobre los ciegos, para uso de los que ven; del exitazo de Rousseau con sus Cartas de dos enamorados, habitantes de un pueblo al pie de los Alpes; del torrente insaciable de Madame de Sévigné; de quienes tomaron al padre como confidente (Freud, Kafka)) y de aquello! que prefirieron, como el poeta Esenin, contárselo a la madre; del proselitismo lírico de Rilke, de la molienda de Daudet y de la furia ideológica de Bielinski contra Gógol; asimismo, y antes de haber llegado a Peter Hanke (Carta breve para un largo adiós), de otro sinfín de epístolas cargadas de contenido (filológicas, filosóficas, al director) o de continente (persas, finlandesas, carcelarias, marruecas)... Todavía no harta, la conciencia chilla que se las pela: "¡Y te olvidas de las más guarrindongas de Flaubert a su amigo Du Camp y de las más dulces de Juan Rulfo a su novia!"
En efecto, hay cartas para dar y tomar. Los franceses acaban de dedicarle una exposición al género, en el Musée de la Poste, de París, donde convivían las cartas que Erik Satie se mandaba a sí mismo con uría casi ilegible de Roland Barthes a un amigo y otra escrita por Tinguely en la esquina de un mantel de mesa. Pero he acabado por zambullirme en el bolero, que es lo nuestro, principiando por aquella vieja carta que Felipe Pirela no le mandó a su amada y que, al cabo de diez años, su autor relee con pasión. Para cartas cantables, pocas tan íntimas como la de Elvira Ríos ni tan cachondas como aquella de Pedro Infante: "Cuando recibas esta carta sin razón, / Eufemia, / ya sabrás que entre nosotros todo terminó". Y, sin embargo, el lamento lo extrema otra canción: "Aunque sea con borrones, /escríbeme".
Ni la literatura ni la música, empero, han difuminado el- calvario que se relata en la mencionada Carta a España. Su remitente me da el nombre completo y la dirección; de paso, incluye fotografía de su persona y de su difunto marido ("propietario-fabricante e industrial que fue y miembro del Somatén"). La historia, aviesamente resumida aquí, comienza en la posguerra, en Valladolid. Luego se desplaza a Burgos ("donde habita ahora la envenenadora"), aunque el crimen tuvo lugar en La Coruña el 5 de mayo de 1967. Desde entonces, la autora de la carta sostiene que a su hijo, oficialmente fallecido por causas naturales, lo envenenó, en realidad, la esposa, que ahora vive en tierras burga, lesas "disfrazada de enfermera".
Ante la gravedad de lo narrado, yo le ofrezco esta carta al juez Garzón. De no solicitármela, consideraré deber forzoso difundir con detalle su contenido, en estas mismas páginas, a más tardar el viernes próximo.
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