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Miseria, hambre y basura

Una caravana de 100 rumanos se establece junto a un vertedero de Fuencarral

Un vertedero de escombros, situado en la carretera de Fuencarral, en la zona norte de Madrid, sirve de base a un nuevo asentamiento de población marginal compuesto por un centenar de personas de nacionalidad rumana, que se definen como "refugiados políticos". La miseria, el hambre y la basura conforman el panorama de este campamento, implantado hace poco más de un mes.Sobre el campo se ven barrenos que sirven de lavabo, bombonas de butano, furgonetas y dos únicas pequeñas tiendas de campaña. El interior de los vehículos les sirve de vivienda.

No se sabe a ciencia cierta de dónde vienen, aunque dicen que llevan casi dos años en España. Se establecen donde pueden, generalmente lejos de carreteras concurridas para no ser vistos con facilidad. Al caer la tarde, casi una veintena de vehículos, uno a uno, llega al campamento. De su interior baja toda la familia, compuesta por un mínimo, de cinco o seis personas, y entre ellas, niños de corta edad.

Radoz tiene 27 años y tres hijos. En un castellano que se entiende a duras penas, relata que trabaja cerca de siete horas "limpiando lunas" en los semáforos -se refiere a los parabrisas de los coches-, y que saca "1.000 pelas" para dar de comer a su familia. Todos en el campamento le reciben con júbilo, como a cada coche que se acerca hasta allí. A los conocidos, para darles la bienvenida; a los extraños, para ver si les alguien que les trae comida, ropa o medicinas.

Uno de los hombres más bulliciosos del poblado, con pelo negro y barba de varios días, no cesa de señalar la imposibilidad de retomar a su país, porque allí, -entrelaza las muñecas en un gesto inequívoco-, le meterían en prisión. Para reforzar su relato levanta su camisa y deja al descubierto varias cicatrices a las que llama "heridas de la revolución".

Un pequeño fuego de gas intenta. cocinar los macarrones que comerá la familia de Ditreci. Él tiene a su cargo a dos familias más, y en total, a más de una docena de niños.

Necesitan de todo, pero lo que más les importa, aparte de conseguir un trabajo, es que sus hijos puedan ser escolarizados. A pesar de, las deplorables condiciones en las que se encuentran, cuando se les pregunta por qué no regresan a sus hogares, siguen insistiendo en que son refugiados. Dicen que pueden trabajar de mecánicos, albañiles e "de cualquier cosa"; mientras solicitan con urgencia atención médica.

Merika no puede contener la lágrimas cuando habla de si bebé y señala un bote de leche en polvo que hace poco le entregó e personal de la Cruz Roja, único que les ayudan, según relatan La leche ya se le ha acabado.

La Cruz Roja de San Sebastián de los Reyes (57.000 habitantes), municipio cercano a campamento, intenta desde hace una semana mitigar la situación de la caravana rumana, nombre por el que se conoce al nuevo asentamiento. En un primer momento les llevaron ropa y alimentos para los niños y ahora intentan conseguir que varios médicos se acerquen al poblado para revisar la salud de sus integrantes, según informó un miembro de esta organización.

Entre tanto, los habitantes del nuevo asentamiento dicen que están pagando a un abogado para que recurra la decisión d un tribunal que les ha denegado el estatuto de refugiados.

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