Una oportunidad para la mujer
Amnistía Internacional pide medidas prácticas a la IV Conferencia Mundial sobre la Mujer (Pekín, septiembre de 1995)Corría el año 1791. Los revolucionarios franceses habían proclamado la Declaración de derechos del hombre y del ciudadano dos años antes. Pero se habían olvidado de las mujeres. Marie Olympe de Gouges se empeñó en trasladar al ámbito normativo lo que las mujeres se habían ganado combatiendo en primera línea contra el absolutismo. Ese año publicó una Declaración sobre los derechos de la mujer. En 1793 era ejecutada por atacar a Robespierre y se prohibía toda actividad política a la mujer.
Corría el año 1994. En un empobrecido país de Asia, una mujer escribía en un libro sus opiniones. El acoso de los fundamentalistas islámicos le ha hecho pagar su audacia con el exilio. El caso de la escritora bengalí Taslima Nasrin ilustra el de muchas otras acalladas hoy por la fuerza o el miedo.
Ambos nombres sirven de ejemplo de lo recorrido y de lo que, queda por recorrer para que los derechos humanos de las mujeres se realicen plenamente. Derechos que en 1995, y especialmente en septiembre, se convertirán en titulares, al celebrarse en Pekín la IV Conferencia Mundial sobre la Mujer de las Naciones Unidas.
Amnistía Internacional (Al) está empeñada en que la conferencia dicte medidas prácticas para que mejoren los derechos humanos de las mujeres. Para lograrlo, AI está pidiendo a los Gobiernos, también al español, su apoyo total a una serie de recomendaciones.
La primera conferencia sobre este tema (ciudad de México, 1976) marcó el comienzo del decenio de las Naciones Unidas para la mujer. La segunda (Copenhague, 1980) aprobó un programa de acción para la segunda mitad del decenio. La tercera (Nairobi, 1985) formuló las estrategias orientadas hacia el futuro para el adelanto de la mujer.
En diciembre de 1993 (¡hace tan poco!) la Asamblea General de la ONU aprobó la declaración sobre la eliminación de la violencia contra la mujer, que afirma que tal brutalidad constituye una manifestación de relaciones de poder históricamente desiguales. La declaración incluye a la mujer, la violencia física, sexual y psicológica dentro de la familia, en el seno de la comunidad en general Y la perpetrada o tolerada por el Estado. En marzo de 1994, la Comisión de Derechos Humanos de la ONU nombró una relatora especial sobre esa cuestión.
La conferencia de Pekín tiene que aprobar una plataforma de acción (ya en fase de redacción) que dictará el programa de trabajo de la comunidad internacional sobre la mujer durante varios años, en torno a la mágica frontera del 2000.
Al considera ineludible que se tengan en cuenta una serie de puntos fundamentales (cuya versión completa puede ser solicitada en las oficinas de Al con el índice IOR 41/06/ 94/s), entre ellos la universalidad e indivisibilidad de los derechos humanos de la mujer.
Sin duda, como ocurrió durante la conferencia de derechos humanos de Viena en 1993, las peculiaridades culturales y religiosas serán esgrimidas por algunos gobiernos. Pero la declaración de Viena ya confirmó, tras muchas controversias, la universalidad de los derechos humanos.
La plataforma de acción de Pekín debe explicar lo que esto significa para la condición de la mujer en todo el mundo. Lo que significa para, por ejemplo, las mujeres de Bangladesh, a las que los consejos de arbitraje de las aldeas -llamados salish- han sentenciado a ser públicamente flageladas o lapidadas hasta morir por haber violado lo que los sacerdotes entienden que son normas de la ley islámica.
Otra medida urgente es la ratificación sin reservas de los instrumentos de derechos humanos, ya que la adhesión de numerosos estados a la convención sobre la eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer se ve gravemente menoscabada por el grado de sus reservas.
La plataforma debe instar a los gobiernos a que apliquen las normas internacionales de derechos humanos, para que se asegure la erradicación, tanto en la legislación como en la práctica, de la discriminación basada en el sexo. Otras recomendaciones importantes aluden a. la protección de, las mujeres activistas (cuyo papel ha sido y es cada vez más fundamental en la vanguardia de la lucha por los derechos humanos) y a la responsabilidad gubernamental en la violencia contra la mujer.
La protección de mujeres en situaciones de conflicto armado y de refugiadas e internamente desplazadas es otro punto fundamental, ya que su vulnerabilidad en estas situaciones es aún mayor, como demostró la violación sistemática de mujeres al inicio de la guerra en la ex Yugoslavia y demuestra cada día la realidad de muchos campos de refugiados.
Al exige medidas de educación en derechos humanos para que los gobiernos difundan ampliamente la información relativa a los derechos humanos de la mujer y a los mecanismos para pedir remedio cuando se violan, así como la necesidad de que el trabajo por la igualdad de condición de la mujer y sus derechos humanos se integre en las principales actividades de todo el sistema de las Naciones Unidas.
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