Hacia un contexto favorable
El 27 de enero de 1981, cuando Adolfo Suárez dimitió de la Presidencia del Gobierno, algunos Mantuvieron que había hurtado al país la explicación debida y se la siguieron reclamando durante años. Pero para quienes desde una silla de pista seguían al detalle la operación de acoso y derribo al presidente lo único inexplicable era cómo había resistido hasta esa fecha sin. dimitir. Fuera y dentro de su propio partido, la UCD, el lema de aquel diluvio, era el de "contra Suárez vale todo". Poco después con la intentona militar llegaría la comprobación de que la forma en que Suárez era combatido resultaba desestabilizadora para la democracia.Convengamos en que nadie es de cuproníquel, ni sometido a determinadas condiciones de presión y temperatura cuerpo alguno resulta inatacable por los ácidos de manera indefinida. Por eso, excepto los blindados por la conciencia del propio mesianismo, los demás mortales en el poder, si llegan a persuadirse de que su continuidad en el Gobierno sólo acarrea perjuicios para la ciudadanía, si capitula psicológicamente ante sus adversarios, entregan el relevo o convocan elecciones anticipadas.
Catorce años después de aquellos Iodos, el barómetro político registra de nuevo altas presiones" y empieza enero con el dictamen de los peritos calígrafos y los maletines de dinero entregados en Suiza a las esposas de esos dos arcángeles impolutos, Amedo y Domínguez, "para reparar los perjuicios que todo el asunto de los GAL les había causado", según confesión propia. Los citados ex policías, con sus memorias flamígeras, han emprendido la tarea de poner a cada uno en su sitio, incluidos algunos de esos patriotas del Ministerio del Interior, ahora en prisión, quienes, desconfiando del culto admirativo que pudieran rendirles las futuras generaciones, prefirieron llevarse puestas en metálico las compensaciones por los afanes dedicados y los sinsabores experimentados de la lucha antiterrorista.
El general Beaufre, en su Introducción a la estrategia (París, 1963), anticipó los últimos derrotes de Pedro Zola mediante los que se ha apropiado de posiciones morales con la misma contundencia con la que en la guerra militar cabe apoderarse de una posición geográfica que se prohíbe al enemigo. Desde esos emplazamientos abrigados ensaya actitudes implacables o condescendientes hacia cualesquiera perversiones mientras siembra el campo adversario de dudas y miedos, en el mejor suspense de Hitchcock.
Así les explica a los encarcelados del caso GAL que deben escarmentar con el precedente de lo ocurrido a los dos ex policías ahora afectados por una "súbita afición canora" y les argumenta que si Gobiernos de González "con mayoría absoluta no fueron capaces ni de obtener la libertad provisional para Amedo y Domínguez, ni de conseguir su absolución o su condena simbólica, ni de indultarlos una vez penado! con 108 años de cárcel, ¿qué pueden esperar sus jefes (los Sancristóbal, Álvarez y Planchuelo) ahora de un. González en fase terminal?".
Llegados aquí, Ramírez se abstiene de vitorear a Montesquieu, abandona su ardiente sed de esclarecimientos y aconseja al antiguo secretario de la Seguridad del Estado, huésped de la prisión de Alcalá, que apueste por Aznar porque "el contexto para afrontar sus problemas de diversa índole con la justicia le será mucho más, favorable el día en que haya un Gobierno al que nadie pueda relacionar con los agujeros negros del pasado". ¿Quién sabe si un serial con Miralles prepararía el terreno?
En conclusión: 1º. Parece infamante vaticinar que Aznar enterraría la verdad por la que lucha Pedro Zola. 2º. Hace muchos años, Javier Pradera, sin señalar a nadie, advirtió que. la causa de la libertad avanza muchas veces a lomos de indeseables. 3º. Dado el triunfalismo de la catástrofe que nos caracteriza, se agudiza la tendencia a emular el desastre del 98, atufados esta vez por quienes hacen próspera fortuna explotando los vertederos.
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