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Las ONG españolas en Ruanda, atrapadas en el deterioro de los campos de refugiados

Las nueve organizaciones más representativas recaudaron 7.000 millones en donativos

Con más voluntad que experiencia, toda España se volcó este verano con las víctimas de la guerra de Ruanda. Cerca de 7.000 millones de pesetas recaudaron sólo nueve ONG españolas, que ahora se ven atrapadas entre dos millones de ruandeses en situación de refugiados crónicos por la falta de soluciones políticas para el retomo. El chantaje permanente, la inseguridad y la contradicción de saber que alimentan a parte de los autores del genocidio presiden su tarea cotidiana. Pero, a diferencia de otras organizaciones francesas, han decidido quedarse. Abandonar, afirman, significaría el exterminio.

El pasado verano, la necesidad de actuación era sólo la de una emergencia. Centenares de miles de hutus huían de Ruanda tras la victoria de la minoría tutsi en la sangrienta traca final de una guerra civil que empezó hace cuatro siglos. Tras sí dejaron un reguero de cadáveres que les cierran las puertas para volver. Ni una sola iniciativa de momento en pro de la reconciliación. Por ello, los cooperantes ya le han puesto un segundo adjetivo a la situación: "Emergencia crónica".Se improvisaron escuelas, hospitales, campos para vivir. La ayuda internacional impidió la muerte en cadena por el hambre y las enfermedades. Pero con los niños, las mujeres y los ancianos, viajaban también las milicias, los autores del genocidio ruandés. Por el día se mezclan con la población de refugiados y se dejan cuidar. De noche se entrenan con armas que llegan de alguna parte. Con los meses se han enseñoreado de los campos. Las organizaciones no gubernamentales (ONG) lo saben. Los fondos no se desvían, pero su material humanitario es moneda de cambio en los campos, coinciden todas.

"Vivimos en un mundo de dos caras. Hay personas que son amenazadas, pero no vemos nada concreto. Por la noche, cuando nos vamos, los campos se convierten en el reino de las estructuras de poder que organizaron el genocidio. Han aprendido a ocultar su entrenamiento militar. No nos llegan tantos heridos como antes. Todo me hace pensar que los matan, tanto a los refugiados tutsis que quedan como a los propios hutus moderados". Es la secuencia de imágenes de José Antonio Bastos, de Médicos sin Fronteras, coordinador del campo de Benako (Tanzania), donde se refugian 265.000 personas, en su mayoría hutus.

Voluntarismo

"Esto no es nuevo. En todas las situaciones de refugiados, los que huyen lo hacen con los que han sufrido la derrota" indica José María Mendiluce", ex responsable de ACNUR en Bosnia y actualmente eurodiputado del PSOE. "Una vez que se establecen mecanismos de asistencia regulares siempre hay un control político por parte de estos dirigentes". Un 20% de los seis millones de ruandeses fue extermi-, nado. Otros dos millones se han refugiado en los países limítrofes. A los españoles les cogió por sorpresa, opina Mendiluce. "El tema de Ruanda se magnificó porque España se estrenaba en la solidaridad. Yo creo que las ONG no estaban preparadas. Había muchas dosis de voluntad y pocas de profesionalidad".

Emparedadas entre las mafias de los campamentos y la mordida que a veces deben pagar a los militares de la zona, las ONG no han podido evitar que se cuestione su permanencia. Las secciones francesas de Médicos sin Fronteras y Médicos del Mundo decidieron irse. El argumento ha sido el conflicto ético de estar sirviendo indirectamente a los autores del genocidio alimentando a la población civil que les sirve de pantalla.

Todas las ONG han pedido mayor presencia y protección de la ONU en los campos, pero, a pesar del miedo y del dilema ético, las españolas han decidido quedarse. "Está claro que estamos perpetuando los campos de refugiados. Pero, ¿qué hacemos? Si nos vamos sería el exterminio", afirma Octavi Quintana, coordinador de la campaña de Ruanda de Médicos del Mundo España. Los responsables de Cáritas insisten: "Nosotros sólo vamos a tomar partido por las víctimas". "No nos vamos a ir nunca", dice José Juan Ortiz, de Unicef. "Trabajamos lo mismo con una dictadura que con un asesino en el poder. No vamos a entrar en la dinámica de juzgar, porque siempre hay víctimas".

ACNUR llegó a proponer a las ONG que desmantelaran todo el aparado asistencial en Goma para no perpetuar la crisis. "La solución es política, no humanitaria", recalca Mendiluce, pero también admite su dificultad. "El problema principal de la ONU es que es la pantalla de la falta de voluntad política de los Estados. Es demasiado tarde para que un gesto de dignidad de las ONG vaya a modificar el cuadro político. Su retirada sólo va a significar mayor sufrimiento humano", reconoce.

En esta tesitura, las ONG de todo el mundo no se atreven a abandonar. Ocho de ellas, entre las que se encuentra Médicos del Mundo España, se reunirán el próximo 17 de enero en Amsterdam para impulsar una campaña de presión internacional que facilite la vuelta de los refugiados, el camino que todas desean y esperan para su segunda gran vocación: las políticas de reconstrucción y desarrollo.

Trabajo en colaboración

Dos o tres están a pie de campo. El resto de las ONG españolas apoyan con el producto de sus campañas al desarrollo (le proyectos en colaboración. Cáritas ha recaudado hasta ahora, la mayor cantidad de donativos de los españoles. Su personal en Ruanda, reconocido por su dedicación, administra unos 3.000 millones de pesetas invertidos en hospitales, escuelas y ayuda sanitaria en Zaire, Tanzania y Ruanda. Dispone de 40 trabajadores sobre el terreno, entre religiosos y colaboradores ruandeses.

Médicos sin Fronteras España recaudó 2.200 millones de pesetas. Con 22 españoles desplazados, su actividad se concentra fundamentalmente en el campo de Benako (Tanzania). Una de sus mayores tareas ha sido la construcción de letrinas.

Tras el abandono de las secciones francesas, Médicos del Mundo España se ha convertido en la primera fuerza humanitaria en los campos de Goma (Zaire), con una población a su cargo de 300.000 refugiados. Esta organización, que trabaja en colaboración con otras españolas, consiguió 300 millones de pesetas y dispone sobre el terreno de más de 150 trabajadores, de los cuales 20 son españoles. Unicef consiguió 480 millones, que se están dedicando, fundamentalmente, a a recuperación psicológica de más de un millón de niños.

Medicus Mundi obtuvo 350 millones de pesetas. Su trabajo se desarrolla en campos de Bukavu, en uno de los cuales han instalado una planta potabilizadora de agua. En su mantenimiento colaboran los bomberos el(,- Navarra. Un proyecto inmediato es construir un hospital con 200 camas en Nemba.

La Fundación Intermón reunió 305 millones de pesetas. En una primera fase de emergencia está actuado en campos de Zaire, Tanzania, Burundi y en dos zonas del interior de Ruanda. La fase de rehabilitación que ahora se inicia tratará de potenciar proyectos agrícolas y educativos en la propia Ruanda. Las ayudas conseguidas por Manos Unidas, un total de 145 millones de pesetas, se han invertido en la atención de niños separados de sus padres y en material sanitario.

Veterinarios sin Fronteras-Vetermón, que recaudó 91 millones, tiene un proyecto agropecuario a 100 kilómetros de Goraa. ACNUR España obtuvo 20 millones en donaciones, con los que se financiaron tanques de almacenamiento de agua.

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