El sexo de la música
El género adjudicado a algunos instrumentos musicales puede convertir en una pesadilla la etapa escolar de muchos niños
Cathy tiene 13 años y toca la flauta. Empezó muy pequeña, estuvo a punto de dejarlo y ahora disfruta tanto que ha colgado sus diplomas del conservatorio en el comedor. Todos con buenas notas, por supuesto. Su hermano William, de 9 años, prefiere el piano aunque no siente aún la pasión de la flautista. Sin saberlo, ha escogido un instrumento que muchos chicos de su edad consideran "femenino". En su caso, dicho estereotipo no le crea problemas escolares. Asiste a un centro mixto donde los profesores se preocupan de que ningún alumno sea objeto de burlas por culpa de sus aficiones musicales.Pero no siempre es así. Un doble estudio realizado por los psicólogos británicos Michael Boulton y Susan O'Neil (Universidad de Keele), señala que elegir un instrumento musical del "género" equivocado, puede convertir la etapa escolar en una pesadilla. En este contexto, el piano, la flauta o el violín son para las chicas. La guitarra, la trompeta o los tambores, por el contrario, caen en el ámbito de los chicos.
Una parte del trabajo, que en conjunto incluyó a 153 niños y niñas de 8 a 10 años, consistió en averiguar las preferencias musicales de los alumnos y el tipo de instrumento que les gustaría aprender a tocar. En la otra quisieron saber el grado de aceptación o rechazo que su elección tendría entre sus compañeros de clase. Las 72 niñas y los 81 niños seleccionaron su instrumento favorito, así como el que no querrían tocar nunca de entre un grupo de seis. Luego se les pidió que pensaran en dos parejas de compañeros que hubieran escogido uno y otro. A continuación tuvieron que concentrarse en la reacción del resto del grupo. Para ello cuantificaron en una tabla de uno (nada) a 10 (mucho) las expresiones de burla, agrado abandono que los cuatro elegidos experimentarían frente al resto. "Todos los participantes señalaron que la convivencia sería difícil para quienes interpretaran el instrumento menos popular", señala el trabajo.
La primera consecuencia de todo ello observada por Boulton y O'Neil resulta descorazonadora. Los escolares, en lugar de seguir adelante con sus aficiones, prefieren abandonar el estudio de ciertos instrumentos demasiado pronto o para siempre. "Creen, tal vez equivocadamente, que de seguir sólo conseguirán ser excluidos".
Para Boulton y O'Neil, que han presentado sus conclusiones en la reunión de invierno de la Asociación Británica de Psicología, los más jóvenes esperan provocar una reacción en el grupo cuando anuncian que tocan un instrumento. Ambos sexos demuestran haber estereotipado un violín (chicas) o un tambor (chicos).
Nadie quiere que le intimiden, y los dos expertos recomiendan a los padres que apoyen a sus hijos cuando muestren talento musical. Los propios centros docentes, por otro lado, pueden tratar de mejorar la situación. De este modo, un estereotipo parecido al sufrido aún por algunos deportes, no. acabará obligando a un pequeño músico a abandonar su afición favorita.
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