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GUERRA EN EL CAUCASO

La campaña de Chechenia revela la escasa confianza del Ejército ruso en Yeltsin

Pilar Bonet

La escasa motivación de combate de las Fuerzas Armadas de Rusia en la guerra de Chechenia y las dimisiones de altos cargos militares han puesto de manifiesto la magnitud de la crisis de confianza que el comportamiento irresponsable de los políticos rusos, encabezados por el presidente Borís Yeltsin, siguiendo el ejemplo de sus predecesores soviéticos, ha creado en el estamento castrense. Por lo menos dos de las dimisiones de altos mandos, descontentos con el curso de la intervención en Chechenia, se confirmaron ayer.

En sucesivas ocasiones, desde la represión sangrienta de un mitin nacionalista en Tbilisi (Georgia) en 1989 en tiempos dé Mijaíl Gorbachov hasta el intento de tomar ahora Grozni, la capital de Chechenia, con el apoyo de los tanques rusos, el Kremlin ha decidido usar la fuerza.Una encuesta realizada en agosto por la fundación alemana Friedrich-Ebert entre 615 oficiales de las Fuerzas Armadas de Rusia revelaba que un 56% de ellos estaba decididamente en contra de la lucha contra las tendencias separatistas y que sólo un 20% estaba dispuesto a luchar contra ellas. La encuesta mostraba también que los personajes más populares entre la oficialidad eran los generales Alexandr Lébed, el jefe de las tropas rusas en la región secesionista del Transdniester (Moldavia); y Borís Grómov, el viceministro de Defensa que fue privado de todas sus competencias en vísperas de la operación en Chechenia. Ambos generales, veteranos de Afganistán, se han pronunciado en contra de esta guerra.

Dos dimisiones de altos cargos militares fueron confirmadas ayer. Una es la del comandante de la división Kantemírov de Moscú, el general Boris Poliakov, que protestó por el reclutamiento de sus subordinados por el Servicio Federal de Contraespionaje. La otra dimisión, no aceptada por el alto mando, es la del general Eduard Voroviov, el primer adjunto del cuerpo de Infantería del Ejército. Además, varios altos oficiales del Ministerio del Interior han sido destituidos por exigir que les fuera aclarado en calidad de qué eran enviados al Cáucaso.

La guerra de Chechenia, además, puede empeorar la grave situación financiera del Ejército, que en noviembre de este año no había recibido siquiera la mitad del presupuesto previsto. Según las estimaciones oficiales, las autoridades rusas se han gastado ya 400.000 millones de rublos de esta guerra que puede convertirse en un agujero negro para cualquier plan de estabilización económica de Rusia.

Desde la perspectiva de los militares rusos, la guerra de Chechenia es difícilmente comprensible tanto más cuando el mismo general Dzhojar Dudáiev es un curtido oficial de aviación, que entre 1987 y 1990 mandó una división de bombarderos estratégicos con sede en Estonia. El hecho de que Dudáiev sea de nacionalidad chechena y no rusa prueba la gran confianza depositada en él por sus superiores. Como oficial de élite del Ejército Rojo, el general conoce a una gran parte de los militares que hoy combaten contra él o, dimiten para evitar el enfrentamiento.

Al hablar sobre la gran cantidad de armas que hay en Chechenia, el Kremlin olvida que el Ejército ruso dejó allí sus arsenales y pertrechos cuando huyó precipitadamente de aquella república en 1992. Según una carta del ex fiscal general de Rusia, Valentín Stepankov, publicada en el último número del semanario Rossia, la entrega del equipo bélico a Dudáiev por parte del Ministerio de Defensa se realizó con la aprobación de Yeltsin.

Aparte de sus enormes problemas materiales, -130.000 oficiales con más de 20 años de servicios no tienen vivienda- el Ejército ruso acusa hoy la crisis de valores del Estado y, algunos observadores se preguntan cómo reaccionaría si se produjera una amenaza exterior.

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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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