El presidente de Italia advierte a Berlusconi que no permitirá una crisis al margen de la Constitución
Dos personajes más que sexagenarios y para nada nuevos en la política italiana, el presidente de la República, Oscar Luigi Scalfaro, y el ex presidente Francesco Cossiga, protagonizaron la jornada de ayer, tras la explosión que, el lunes, llevó a Silvio Berlusconi a convocar a los italianos en la calle contra las mociones de censura al Gobierno planteadas hoy en la Cámara. Cossiga acudió a tranquilizar al primer ministro, con una probable misión mediadora. Scalfaro aseguró que la crisis y su eventual salida se desarrollarán de acuerdo con la Constitución.
Ambas intervenciones corresponden al clima de alarma y desdén que seguía provocando ayer el discurso pronunciado la víspera por Berlusconi. "Parece el ensayo de una guerra civil", dijo el secretario del Partido Popular Italiano (PPI), Rocco Buttiglione. "Berlusconi confirma su vocación plebiscitaria y antidemocrática", dijo el secretario del Partido Democrático de la Izquierda (PDS), Massimo D'Alema. Incluso Federico della Valle, abogado de Berlusconi y diputado de Forza Italia, adivirtió contra los llamamientos a la calle, "pues no se sabe cómo terminan".El ex presidente Cossiga dijo: "Entiendo la angustia del que ve que se desvanece la mayoría, pero me he permitido llamar la atención del presidente del Gobierno sobre la diferencia que existe entre el plano político y el institucional".
La importancia de esta intervención de Cossiga quedó subrayada por el hecho de que el ex presidente la hizo en una rueda de prensa realizada en la presidencia del Gobierno, y tras entrevistarse con Berlusconi. En el mismo encuentro, Cossiga, que, al parecer, se vio también ayer con el secretario del Partido Popular Italiano (PPI), Rocco Butiglione, y con el del Partido Democrático de la Izquierda (PDS), Massimo D'Alema, confirmó que podría hacerse cargo de "un Gobierno del milagro", integrado por técnicos y apoyado por todos.
La intervención de Scalfaro tuvo, en cambio, como marco un encuentro con los embajadores acreditados en Italia, ante los que dijo estar "seguro de que todo se desarrollará dentro de los márgenes de la Constitución" y afirmó que las jornadas que se viven "son incluso excepcionales, pero no patológicas. Son momentos delicados", dijo, "son momentos de la vida democrática".
En los medios próximos a Berlusconi, que con su intervención violenta del lunes se ha descalificado a sí mismo como posible líder moderado, precisamente en vísperas de una cita parlamentaria que podría ser la última de- su carrera política, reinaba ayer todavía la confusión sobre el desarrollo de la sesión parlamentaria de hoy.
El vicepresidente Giuseppe Tatarella, de Alianza Nacional, afirmó que Berlusconi dimitirá hoy mismo, tras pronuncir su mensaje a la Cámara. El ministro portavoz del Gabinete, Giuliano Ferrara, convocó a algunos corresponsales extranjeros para anunciarles, en cambió, que el primer ministro presentaría hoy una moción de confianza, cortando el paso a las de censura presentadas por la oposición y la Liga.
Formar nuevo Gobierno
Estas dos eventuales iniciativas tienen al menos una cosa en común: tanto si dimite como si pierde la confianza, Berlusconi tendría más motivos para poder esperar un nuevo encargo de formar Gobierno que si cayera como consecuencia de un voto de censura. Y es claro su empeño en llegar como primer ministro a las próximas elecciones. "Está dispuesto a presidir un Gobierno de transición en minoría", confirmó Ferrara.
Alianza Nacional y Forza Italia defienden igualmente que la única alternativa a este Gabinete son las elecciones. "No hay ningún margen de negociación. El único modo de restablecer la serenidad es reconocer que la ruptura del pacto (entre Forza Italia y la Liga Norte, que ha suscrito una moción de censura) es la convocatoria inmediata de elecciones", dijo ayer Ferrara.
Por un lado, parece cierto, que el Gobierno no superará la confianza ni la censura, porque los disidentes de la Liga que se niegan a hacerlo caer son poco más de 40. Por otro, la Constitución establece que el único que puede decidir la convocatoria de elecciones es el presidente de la República.
La probable divergencia sobre el tema entre Berlusconi y Scalfaro abre un margen para las manifestaciones callejeras anunciadas por el primer ministro. Alianza Nacional tiene una indudable capacidad de mover gente en la calle pero, de momento, las manifestaciones en apoyo de Berlusconi, como las de ayer en Turín y la prevista para hoy en Roma, son de proporciones muy modestas. La inseguridad de la situación han hecho, pese a todo, que el ministro del Interior, Roberto Maroni, decida finalmente no dimitir, aún siendo el jefe de los disidentes de la Liga. [Por otra parte, siete ex altos cargos de los servicios secretos civiles (Sisde) italianos fueron condenados ayer a un total de 40 años y nueve meses en prisión, en relación con el escándalo de la apropiación indebida de fondos destinados a opera ciones especiales, según informa la agencia Efe.]
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