Un extraño secuestro que dio a conocer los GAL
El 14 de diciembre de 1983 Segundo Marey, de 51 años, hijo de un socialista exiliado en 1936, quedaba en libertad en territorio francés, a tres kilómetros del paso fronterizo de Dancharinea (Navarra), tras diez días de secuestro. Sus raptores atribuyeron la responsabilidad a una organización desconocida, los GAL (Grupos Antiterroristas de Liberación).
El comunicado, redactado en francés, fue encontrado en un bolsillo del propio Marey. Acusaba al Gobierno de París de permitir impunemente las andanzas de ETA en el sur de Francia y amenazaba con dar "la respuesta necesaria" a cada asesinato de los terroristas.
Marey había sido apresado el domingo, 4 de diciembre, en torno a las ocho de la noche, en su domicilio de Hendaya (País Vasco francés), una casita de dos plantas llamada Elgar-Ekin. Un hombre le atrajo hasta la calle junto a su esposa Marta, de nacionalidad francesa, con el pretexto de que había abollado su automóvil.
En la calle, otros tres hombres rociaron al matrimonio con gases lacrimógenos, les golpearon y arrastraron a Marey hasta un Peugeot 504. Al tratar de resistirse, la víctima perdió las zapatillas y las gafas.
Marey había conservado la nacionalidad española. Era representante en la zona fronteriza de una firma de mobiliario de oficina y como tal mantenía relaciones con la fábrica de sillas Sokoa, donde la policía encontró un importante arsenal de ETA el 5 de noviembre de 1986, casi tres años después.
Una hora después del secuestro fue detenido a bordo de un Peugeot 504, cerca de la frontera de Hendaya, el santanderino Pedro Sánchez, antiguo cabo de la Legión francesa. En su poder se encontraron un aerosol lacrimógeno, una porra, cuerdas y fotos de exiliados vascos. Sánchez no pudo ser reconocido con certeza por la esposa de Marey.
Talbi apunta a Bilbao
En octubre siguiente fue detenido y encarcelado, acusado como Sánchez del secuestro, Mohand Talbi, de 31 años. Talbi fue juzgado con Jean Pierre Echalier en diciembre de 1987 y ambos condenados a 13 años de prisión. Sánchez no llegó al juicio. Había muerto en la cárcel de Burdeos, envenenado según Talbi.Este mismo mercenario del GAL aseguró que habían entregado a Marey a policías españoles en Dancharinea, después de llamar a dos "teléfonos para urgencias" al conocer la detención de Sánchez. Uno de los teléfonos correspondía al Gobierno militar de Vizcaya y el otro a la jefatura superior de policía.
Dos días depués, acudieron a Bilbao, donde dos hombre bien trajeados, uno de los cuales se llamaba Pepe, les dijeron que se habían equivocado de objetivo, les dieron a cada uno 10.000 francos (unas 200.000 pesetas entonces) y les entregaron una bomba para que la colocaran en un bar del País Vasco francés.
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