Precios y reformas
EL MISMO día que el presidente del Gobierno aseguraba a un millar de empresarios, que la prioridad de su política económica es la reducción del déficit público, la desviación de la tasa interanual del índice de precios al consumo (IPC) en el mes de noviembre determinaba un aumento en el gasto público de 96.400 millones de pesetas en concepto de actualización de las pensiones, que formarán parte de la nueva base para sucesivas revisiones. Es un exponente, aunque no el más representativo, de la vinculación entre esos dos desequilibrios económicos.El crecimiento de dos décimas en el IPC de noviembre ha situado la tasa interanual en el 4,4%. La misma de octubre, pero muy distante de la que exhiben los países europeos más estables y, desde luego, del 3,5% que el Gobierno fijó como objetivo para final del año. La reducción en el componente menos volátil de la inflación, la denominada subyacente (excluidos los precios de los alimentos frescos y de la energía), es la señal más favorable en ese registro, pero insuficiente para asentar expectativas razonables de una contracción significativa en los próximos meses. Los efectos del próximo incremento en el IVA siguen constituyendo una seria amenaza para la estabilidad de los precios, de difícil neutralización recurriendo únicamente al buen sentido de los empresarios en la fijación de precios.
Esa resistencia a la baja de los precios ha coexistido con una severa recesión y una evidente reducción del ritmo de crecimiento de las rentas salariales, poniendo de manifiesto la necesidad de extender la flexibilidad aplicada al mercado de trabajo a otros mercados e instituciones de nuestra economía. Es de todo punto razonable que antes de plantearse una mayor flexibilidad en el sistema de relaciones laborales se valoren los efectos de la reciente reforma y, en todo caso, se eliminen las ineficiencias que subsisten en otros sectores y mercados: colegios profesionales, transporte, seguros, mercado inmobiliario y, por supuesto, en los organismos y empresas públicas.
La reforma laboral, además de flexibilizar la entrada y la salida en el mercado de trabajo, ha contribuido a un abaratamiento relativo del factor trabajo. Sus efectos sobre las decisiones de consumo de las familias son evidentes: más allá del descenso en la renta. disponible, la incertidumbre sobre la estabilidad del empleo y la percepción general de un mayor temor e inseguridad sobre el futuro están condicionando que las familias asignen porcentajes significativos de su renta al ahorro. Aunque evidente, la recuperación del empleo es demasiado lenta para_que las familias recobren la confianza indispensable para tomar decisiones de consumo. La encuesta publicada ayer por este periódico revelaba esa inquietud con que los españoles contemplan su futuro laboral.
Además de esa voluntad de rigor presupuestario y continuidad en las reformas estructurales, González manifestó en Barcelona su intención de fortalecer la política industrial, orientándola a facilitar la creación de grupos industriales privados de dimensión suficiente para afrontar los retos derivados de un entorno internacional cada vez más abierto y competitivo. La presentación de un Libro Blanco sobre la industria tratará de responder a esa pretensión, confiemos que sin olvidar la necesaria racionalización del sector público empresarial, de cuyas limitaciones Iberia ofrece sobradas evidencias.
El Gobierno se enfrenta a algunas de las carencias de la política económica practicada en el pasado. El mayor rigor introducido ahora en la conducción de la política presupuestaria y la más explícita voluntad por eliminar las ineficiencias en el funcionamiento de nuestra economía encuentran serios obstáculos en el clima de escepticismo de los agentes económicos. Las expectativas de los inversores, y más especialmente de los consumidores, serían bien distintas si las elementales desautorizaciones en que tercamente fundamenta el Partido Popular su actuación política quedaran reemplazadas, por alternativas novedosas y creíbles sobre las que orientar el rumbo de esta economía.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.