YeItsin amplía en 48 horas el plazo para el desarme y ofrece negociar sin condiciones con los chechenos
Con la artillería rusa rugiendo en las cercanías y disparando sobre los barrios periféricos, Grozni vivió ayer su primera jornada de total incertidumbre sobre su futuro, despuésde que a medianoche del miércoles expirara el ultimátum dado por el presidente ruso, Borís Yeltsin, para entregar las armas. Por la noche, sin embargo, los chechenos escucharon con alivio cómo Yeltsin. prolongaba 48 horas el plazo para ese desarme y proponía negociaciones, sin condiciones previas, al más alto nivel. Las autoridades chechenas recibieron positivamente, la oferta y dijeron que abre una vía a una solución pacífica.
Los chechenos leyeron en el mensaje de Yeltsin el retraso del temido asalto a Grozni y valoraron su disposición a cesar el fuego y sentarse a la mesa de negociaciones. "En caso de que Dzhojar Dudáiev esté de acuerdo en encabezar la delegación chechena (...) enviaré a una delegación plenipotenciaria de Rusia de alto nivel", enfatizó.Antes de que Yeltsin tendiera la mano, Nikolái Yegórov, ministro de las Nacionalidades y coordinador de la cuestión chechena en el Gobierno, manifestó que los rusos habían tomado posiciones en las alturas estratégicas que dominan Grozni. Un general del Ejército confirmó la intención de bloquear la ciudad por tres frentes y dejar una vía de salida para los que quieran abandonarla por el sur.
A pesar de que los enfrentamientos bélicos continuaban, sobre todo en el frente norte, las perspectivas de diálogo se cobraban nitidez. El Gobierno de la república separatista se reunió ayer para debatir el tema. Taymaz Abubakárov, quien encabezó la delegación en las negociaciones de Vladikavkaz, dejó entrever que su posición puede ser diferente y más pacífica que la de Dudáiev. "Es esencial reanudar las negociaciones para que el combate se pare y para llegar a una solución pacífica", manifestó. "No sé si es una posición común [en la direción chechena] ni si es la del presidente, pero es mi posición", manifestó Abubakárov sin identificarse. con su superior jerárquico. Este distanciamiento es también visible en otras figuras, como el fiscal general Usmán lmáiev, partidario de un Gobierno de coalición entre los diferentes líderes regionales que tienen influencia en Chechenia.
Las declaraciones de muchos funcionarios traslucen un enorme cansancio por el desorden que reina en la república. Ramzán Dudáiev (que no está emparentado con el presidente), director del Hospital de Veteranos Militares, reconoció que está poco preparado para afrontar una avalancha de heridos. Le faltan medicamentos y víveres, ya que las reservas disponibles en el sistema de abastecimiento estatal se dirigen a los combatientes.
Los combates se cobraron ayer un número indeterminado de vidas en el distrito de Pervomáyskoye, habitado principalmente por rusos, al norte de la capital. Una familia entera pereció cuando un misil disparado por un avión ruso cayó sobre una casa de esa localidad, según una fuente médica.
El presidente rebelde Dudáiev aseguró anoche que las fuerzas chechenas habían destruido al menos medio centenar de blindados cerca de Chervliónnaya, en el noreste, al abrir las compuertas de un embalse en el río Terek, pero no hubo modo de confirmar esta emboscada.
La inseguridad influía sobre los nervios de los habitantes de la capital. Ayer había menos gente en las calles. Algunos hacían acopio de víveres en los comercios, y en las panaderías se formaban largas colas para adquirir hogazas bastante duras que se despachaban gratis a los ancianos de más de 70 años. Los precios de los víveres estratégicos, como el embutido, habían subido en un tercio, y los de las armas, lo habían hecho también. El Kaláshnikov, por el que se pagaban 500 dólares la semana pasada, costaba ayer 600. Uno de los clientes dijo haber acudido a comprar granadas para que su hermana y su madre tuvieran con qué defenderse en caso de que los rusos tomen Grozni.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.