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Los secesionistas capturan a los rusos los mapas detallados de la invasión

Pilar Bonet

Las acciones militares que Rusia ha planeado para doblegar a la república rebelde de Chechenia están detalladamente señaladas en un mapa de campaña del que los hombres del general Dzhojar Dudáiev se apoderaron tras registrar uno de los helicópteros abatidos el miércoles en las cercanías de Shamí-Yurt.

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El mapa, uno de los muchos confiscados por los chechenos en los helicópteros, tiene una mancha de sangre seca que casualmente coincide con la superficie ocupada por los montes de Sunzha. La sangre pertenece al teniente ruso Serguéi Deviátkov, que se debate entre la vida y la muerte en un hospital de provincias en la localidad de Achjói-Martán."Los mejores cirujanos de Chechenia luchan por su vida", dice el ministro de Justicia y fiscal general de la República, Usmán Imáiev, contestando con aplomo a un interlocutor telefónico que se interesaba por la vida del herido. Resultaba difícil imaginar el significado de las palabras del fiscal en una aldea perdida en un territorio en que los servicios claves han dejado de funcionar.

Faltaban pocos minutos para la medianoche del 14 al 15 de diciembre, momento en el que debía expirar el plazo que el presidente ruso, Borís Yeltsin, había dado a los chechenos para desarmarse. En su despacho, frente a un televisor en el que se proyectaba una película de tiros protagonizada por chinos, Imáiev se disponía a pasar la noche en vela descifrando los mapas de la invasión, en los que estaban indicados los puntos de aterrizaje, las bases de concentración y los efectivos de las tropas rusas, así como las rutas que tenían planeado bloquear.

Las conversaciones entre Rusia y Chechenia están "suspendidas" porque las delegaciones no tenían competencias para resolver algunos de los asuntos que surgieron en ellas y debían consultar con sus dirigentes, explicó Imáiev, que llevaba dos granadas antitanque en los bolsillos pectorales de su uniforme y tenía otras dos sobre la mesa junto a un libro del imam Jomeini. Imáiev se refería a la validez de la Constitución rusa sobre el territorio de Chechenia. Personalmente aseguraba estar "de acuerdo" en que su república fuera uno de los territorios de la Federación. Opinaba, no obstante, que tal cosa contradecía la abstención de la república en el referéndum sobre la Constitución rusa celebrado el 12 de diciembre de 1993 o la negativa a firmar el Tratado Federativo en 1992. Chechenia, según el ministro, no puede entregar sus armas a las "divididas" autoridades de Rusia y del ultimátum del presidente Yeltsin deduce Imáiev que habrá "más víctimas inocentes de uno y otro lado".

Ecos de Fidel Castro

"La situación real es que las tropas rusas avanzan, atacan, bombardean y matan. ¿Qué puede hacer un pueblo cuyo único pe cado es querer la libertad? Sólo puedo citar a Fidel Castro: 'Patria o muerte". El ministro se expresa en castellano, un idioma que aprendió cuando estudiaba Derecho en la Universidad Patricio Lumumba, de Moscú. Tiene un ligero acento latinoamericano, aunque nunca estuvo en aquel continente.

Salvando las distancias, la situación histórica que más comparable le resulta a la de Chechenia es "la del pueblo palestino". Con una diferencia, según él: los rusos dejaron en Chechenia cargas nucleares para cañones de artillería, cañones que la república no posee. En otras declaraciones ha dicho que sí contaba con tales cañones y, en otro ocasión, ha llegado a manifestar que quería ponerlos bajo control internacional.

Un ayudante pone sobre la mesa del fiscal general los documentos personales del teniente Deviátkov: el carné de identidad, otro par de carnés, un trozo de papel con un texto escrito a mano y un par de fotos en una de las cuales puede verse una rubia en minifalda y botas acompañada por un niño. Al pie de la imagen hay un texto: "Yo soy tu regalo de cumpleaños".

Hasta el 14 por la mañana se habían producido 18 muertos, entre la población civil, sin contar los que pudieran haber durante esta última jornada a consecuencia de los violentos combates de Pervomáyskoye, a unos 15 kilómetros al norte de Grozni. Imáiev, que en el pasado fue presidente del Banco Nacional checheno, dice haber presentado su dimisión como fiscal, aunque la ha congelado "para que nadie diga que me asusto".

Ocultar la corrupción

En su caja fuerte guarda varios expedientes contra altos cargos chechenos, porque la guerra no es buen momento para plantear asuntos de corrupción. El fiscal tiene, además, cuatro expedientes por asesinato contra Ruslán Labazánov -ese comandante de la oposición anti Dudáiev que el 26 de noviembre entró con sus hombres en Grozni-, quien, al parecer, ahora lucha contra los rusos junto al presidente que antes quería derrocar.

Las últimas acciones de Rusia, según Imáiev, tienen una motivación muy concreta: el petróleo, que ahora la república no puede explotar. "Rusia comprendió la importancia del petróleo cuando perdió la plataforma de Azerbaiyán" dice antes de asegurar que el petróleo checheno tiene también pretendientes en Europa occidental. Imáiev describe cómo en 1993 unos "influyentes" socios franceses le organizaron un vuelo a Estambul y de allí a París para cerrar un trato que incluía armamento y petróleo. El periplo que les llevó a él y a Dudáiev a Alemania y a Austria estuvo a punto de cuajar en una operación de miles de millones de dólares, que fue desarticulada por los servicios secretos rusos, según el fiscal, cuando los chechenos trataban de sacar dinero de una cuenta en Suiza.

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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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