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Berlusconi dice que no hay pruebas en su contra tras ser interrogado por los jueces de Milán

"No existen contra mí documentos ni testimonios acusatorios. La iniciativa judicial que ha implicado al presidente del Gobierno se basa, increíblemente, en un teorema falto de cualquier comprobación objetiva", dijo anoche Silvio Berlusconi, que reiteró que no dimitirá, en un mensaje televisado, tras ser interrogado durante más de siete horas en Milán como imputado en un presunto delito de corrupción. En un clima de crisis y con representantes de la mayoría dando por descontada la caída del Gobierno, el portavoz del Gabinete anunció que la semana próxima se pedirá la confianza del Parlamento.

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El día D de la guerra de Silvio Berlusconi con la Justicia fue largo. El primer ministro llegó a la Audiencia de Milán pasado el mediodía. Sin embargo, su portavoz, Jas Gavronski, aseguró que el verdadero interrogatorio duró en realidad sólo dos horas, y que el resto del tiempo fue dedicado a redactar el acta. Los magistrados, que no hicieron declaraciones, deberán decidir ahora si archivar el caso o continuar con el interrogatorio.La circunstancias y la duración de este interrogatorio insólito en cualquier otro país del entorno europeo, hacían difícil que Berlusconi pudiera salir afirmando que los fiscales sólo le habían preguntado tonterías y que era totalmente inocente, como ha jurado él mismo "sobre la cabeza de mis propios hijos".

Grandes medidas de seguridad impedían el acceso y la fuga de informaciones de la zona de la Audiencia donde se encontraba Berlusconi. El primer ministro llegó a su cita cuatro horas antes de lo previsto, y entró en coche cerrado y por una parte lateral a fin de evitar a los informadores y a los curiosos que se agolpaban junto al recinto.

El jefe del Gobierno está investigado por haber pagado, presuntamente, 330 millones de liras (más de 24 millones de pesetas) a agentes de la policía fiscal, para evitar inspecciones en la editorial Mondadori, la aseguradora Mediolanum Vita y la productora Videotime, tres compañías de su grupo empresarial Fininvest, el segundo privado de Italia, cuya presidencia dejó Berlusconi el pasado mes de enero para entrar en política.

Por el mismo asunto se encuentran investigados su hermano, Paolo Berlusconi, y Salvatore Sciacia, el director tributario de Fininvest. El primer ministro no ha negado, en varias entrevistas de prensa concedidas recientemente, que los hechos contestados hayan podido producirse; pero sostiene que, en cualquier caso, sus ejecutivos habrían sido víctimas de una extorsión, y añade que a él nunca le eran consultados hechos de esta naturaleza, por lo que no se le puede responsabilizar de los mismos.

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Berlusconi sostiene, en consecuencia, que hay un intento de implicarle en un presunto acto de ilegalidad y afirma que quien le condene, participará "en una maniobra política orientada a hacer caer el Gobierno". "No tengo ninguna intención de desistir", afirmó el líder de Forza Italia en una carta-proclama que ayer publicó Il Sole-24 Ore, el periódico de la confederación de empresarios.

Nadie sabe si los fiscales de Manos Limpias, que la semana pasada hubieron de encajar el golpe de la. dimisión de su exponente más famoso, el fiscal Antonio Di Pietro, quien ha abandonado la magistratura tras afirmar que estaba siendo utilizado políticamente, tienen o no pruebas concretas de la implicación del primer ministro en los hechos señalados. Se ha hablado del hallazgo de una cuenta en Suiza por la que circulaban los fondos negros de Fininvest, y en la que habría pruebas de una intervención personal de Silvio Berlusconi en ciertos pagos.

Lo que sí es seguro es que, alegando otros compromisos ineludibles, el presidente del Gobierno ha dejado transcurrir tres semanas desde que, el pasado 22 de noviembre, recibió en Nápoles la citación judicial para que se presentara a declarar en Milán cuatro días más tarde.

No salieron para comer ni él, ni sus abogados, Giuseppe Luca y Ennio Amodio, ni sus interrogadores, el fiscal jefe Francesco Saverio Borrelli, y sus ayudantes, Piercamillo Davigo, el sucesor de Di Pietro, y Gherardo Colombo. Un camarero subió a las cuatro de la tarde, entre las barreras de control que limitaban todo movimiento dentro del palacio, cafés y bollos.

El conflicto en el seno de la Magistratura no cesaba. Ayer dimitieron los magistrados encargados por el ministro de Justicia, Alfredo Biondi, de inspeccionar la labor de las Fiscalías de Milán y Palermo, una iniciativa que generó grandes protestas de los inspeccionados.Vaticinios de crisis

Los vaticinios sobre la caída del Gabinete de Berlusconi se han convertido en un clamor. Tras la advertencia lanzada el pasado lunes por el líder de la Liga Norte, Umberto Bossi, de que "este Gobierno muere dentro de pocas semanas", al primer vicepresidente del Gabinete, Giuseppe Tattarella, de Alianza Nacional (AN), no le quedó ayer sino constatar que la crisis parece inminente.

Mientras, el Partido Democrático de la Izquierda (PDS) ha aplazado su congreso debido a esa perspectiva, con la esperanza de poder hacer frente con la Liga y los ex democristianos en un Gobierno de transición hacia nuevas elecciones.

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