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Veinte universitarios reviven el paleolítico tallando piedras

Antonio Jiménez Barca

Durante tres días a la semana, 20 miembros de la Asociación Universitaria UCA (Unión Cultural Arqueológica), perteneciente a la Facultad de Geografía e Historia de la Universidad Complutense, se convierten en hombres del paleolítico inferior fuera del horario de clases.Como los primeros seres humanos, estos estudiantes -que sueñan con dedicarse algún día a trabajar en yacimientos- tallan piedras de sílex con la esperanza de construir una punta de lanza, un cuchillo o una flecha. El objetivo, conocer la forma de trabajo y de vida de nuestros antepasados imitándolos. La asociación, además de los cursos, organiza exposiciones y viajes, siempre en relación con la arqueología.

La técnica del tallado la enseña un profesor de la misma manera que aprendieron nuestros antepasados: probando. No hay otra forma, así que los estudiantes se esfuerzan, tarde tras tarde, en un jardín que hay cerca de la facultad, -en golpear con un pedernal (como en el paleolítico) o, los aventajados, con un hueso de cabra (como en el neolítico).

En cuestión de meses atraviesan un vasto periodo de la historia de la humanidad, aunque a veces hacen trampa: debido a que el sílex es un material fácilmente afilable -por esta razón lo emplearon los antiguos-, los cortes en las manos son frecuentes, y entonces hay que utilizar guantes, tiritas, o kleenex del siglo XX

"Lo que hacemos aquí ayuda para reconocer después las piezas en el laboratorio", cuenta Óscar David Pérez, licenciado en geografía e historia y arqueólogo, encargado de dar las clases.

"En los planes oficiales de la Universidad no hay muchas ocasiones de ver piedras talladas, y menos de hacerlas nosotros mismos", contaba Íñigo, uno de los estudiantes.

La maestría del profesor es envidiada por los alumnos: mientras él, de un golpe, saca del bloque de sílex una lámina afilada, los alumnos machacan una y otra vez las piedras sin resultado óptimo. No es tan fácil como parece. Las excursiones al campo son necesarias, además, para recoger material para la semana. "Como no son muy buenos todavía, se desaprovecha mucha materia prima", precisa Pérez. "Lo bueno es que, a diferencia de los prehistóricos, tenemos coche para acarrearlo aquí", añade.

El curso es un intento de sumarse a las nuevas técnicas para aprender prehistoria que se emplean en algunas universidades extranjeras, según cuentan los alumnos. Consisten en acercarse lo más posible a la mentalidad del hombre prehistórico viviendo como él. "Incluso ha habido campeonatos modernos de arco o de otras herramientas utilizadas por los hombres prehistóricos", cuenta Pérez. Una de las estudiantes que acuden a las clases fue campeona de arco prehistórico en 1992 en Barcelona.

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Sobre la firma

Antonio Jiménez Barca
Es reportero de EL PAÍS y escritor. Fue corresponsal en París, Lisboa y São Paulo. También subdirector de Fin de semana. Ha escrito dos novelas, 'Deudas pendientes' (Premio Novela Negra de Gijón), y 'La botella del náufrago', y un libro de no ficción ('Así fue la dictadura'), firmado junto a su compañero y amigo Pablo Ordaz.

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