_
_
_
_
Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Lo responsable es salvar Iberia

IBERIA SE está rompiendo. De seguir las cosas cómo hasta ayer, se venderá a trozos y de lo que era compañia global de bandera quedará una empresa de transporte de pasajeros con no más de 5.000 trabajadores y una, dimensión poco más que regional. La mala gestión que la compañía viene soportando a lo largo de muchos años, en primer lugar, y la terquedad del sindicato de pilotos imposibilitando un pacto que evite la quiebra han puesto a la empresa al borde del abismo: tan sólo a dos años vista de la apertura total de los cielos en Europa.La paulatina liberalización del transporte aéreo ha provocado en todas las compañías de bandera europeas fuertes convulsiones, e Iberia no ha escapado a ellas. El problema es que, a la necesidad de definir su futuro en un régimen de total competencia, se ha unido la aún más urgente necesidad de ordenar sus cuentas. Las apelaciones que su principal accionista -el INI- hace a la caída de la demanda por la guerra del Golfo y de los precios por la guerra de tarifas, y hasta a la mala suerte, no explican suficientemente el fuerte descenso de ingresos -superior en 100.000 millones de pesetas a lo previsto- ni justifican la agonía de la compañía. Iberia arrastra las consecuencias de carísimas, y poco afortunadas, decisiones tomadas años atrás, como la renovación de la flota y, sobre todo, la entrada. en Aerolíneas Argentinas y otras compañías latinoamericanas. Su afán de expansionarse en un mercado tan próximo y apetecido por los norteamericanos ha costado a Iberia más de 100.000, millones de pesetas en un momento en que la lucha por los mercados comenzaba a agudizarse a este lado del Atlántico.

Más información
Iberia y los sindicatos se dan un mes para salvar su preacuerdo

Iberia tiene unas pérdidas acumuladas en estos dos últimos años de 110.000 millones de pesetas. Es evidente que la dirección y el INI deben responder de la mala gestión, como han pedido todos los sindicatos y los partidos de la oposición. Pero al tiempo hay que asegurar el futuro de una compañía que da trabajo a 24.000 trabajadores y que tiene un lugar en el mercado: transporta 30 millones de pasajeros al año. La mejor forma de asumir sus responsabilidades es no repetir los errores del pasado, incluido el de la indecisión a la. hora de acometer medidas impopulares. Lo primero es ahora garantizar el futuro de la compañía, y para ello nada tan inconveniente como que el actual equipo directivo abandonase de inmediato como pide el SEPLA. ¿Por qué da por hecho ese sindicato que esos desconocidos nuevos gestores presentarían un plan diferente?

El sindicato de pilotos alega que el plan que ha presentado la compañía es corto de miras y supone sólo un ajuste coyuntural. Ello es en parte cierto: recortar costes no es condición suficiente para garantizar la superpervivencia; pero ahora sí es una condición necesaria, y así ha sido comprendido por, la mayoria de los trabajadores. De otro lado, las reivindica ciones que los pilotos entendían que debían formar parte de un plan de futuro -actuaciones sobre flota, dimensión de la empresa, organización-, absorción de líneas de VIVA- han sido atendidas por la compañía a lo largo de las negociaciones con el SEPLA en casi su totalidad, de forma que parte de esa configuración futura de la empresa la iba diseñando Iberia conforme a los deseos del sindicato de pilotos.

El SEPLA ha pretendido enmascarar su resistencia a aceptar la disminución salarial prevista con apelaciones genéricas a la, mala gestión, la exigencia de dimisiones de la dirección y la creación de una comisión externa de investigación integrada por los partidos del la oposición. Se trata de una huida de la realidad. Y si fuera cierto, como sostienen, que la dirección ha intentado desviar contra los pilotos la responsabilidad del desastre, lo menos que cabe decir es que esa actitud del SEPLA ha favorecido tal maniobra.

Si Iberia comenzó las negociaciones sindicales acuciada por la inminente quiebra, sin un plan articulado para el largo plazo, la ruptura del diálogo ha llevado a la dirección a diseñar un plan que reduce Iberia a su mínima expresión y que contiene durísimos sacrificios, especialmente para el personal de tierra, donde los excedentes de plantilla son mucho mayores. El preacuerdo que éstos -junto a tripulantes de cabina y técnicos de vuelo- han firmado con la dirección asumiendo recortes salariales y reducción de plantilla quizás no sea el modelo ideal de plan para el futuro, pero prueba una mayor colaboración por parte de esos trabajadores. Criticar el primer gran acuerdo de reducción de salarios logrado en este país y solicitar que la dirección de la compañía abandone el barco justo citando se está hundiendo es contribuir a la muerte de Iberia.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_