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LA CRISIS DEL SECTOR AÉREO

La compañía invisible

La terminal internacional del aeropuerto de Barajas parecía ayer un campo de refugiados. Unas 500 personas, desparramadas por asientos y suelos aguardaron durante horas a que Iberia diera señales de vida. No sabían si sus vuelos iban a despegar (no lo hicieron) o si les iban a dar comida o alojamiento (tampoco lo hicieron). Sencillamente, la compañía "no dio la cara", como admitió su portavoz, también desinformado.Mexicanos, chilenos, cubanos, alemanes, norteamericanos... unos no querían irse, por si la cosa se arreglaba y otros no podían, porque sus equipajes permanecían en las bodegas de los aviones. Una veintena de mexicanos llevaban allí diez horas, sin comer porque "es carísimo". Vinieron tentados por una oferta de Iberia: "Fin de semana en Madrid, 175 dólares, y fíjese por donde nos pasaron a joder". "Nadie dice nada, y si preguntas responden de malos modos", se quejaban.

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¡Y encima esto!

Tres chilenas venían de la beatificación del padre Hurtado, y pasaron por Madrid "para conocer la madre patria, el sueño de una vida; y vaya mierda, esto les, pasa a ustedes en Chile y salen con el discurso de los derechos humanos". No habían comido, porque de vacaciones se vuelve "con poca plata" y no sabían cuánto tiempo les quedaba.

Hubo enfrentamientos verbales entre trabajadores y usuarios, que a las diez de la noche la emprendieron a golpes con mostradores y papeleras por lo que acudieron los antidisturbios. Aunque no ocurrió nada, el ambiente estaba más que caldeado. Iberia, nada.

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