"CoIlons"
Tengo un par de pesadillas que no le deseo ni a Cindy Crawford, y eso que la odio a fondo porque se acuesta a menudo con Richard Gere. Íncubo número uno: yo envejezco (lo cual es normal, y espero que por muchos años), y Juan Hormaechea continúa luciendo su alopécico ectoplasma por Cantabria (lo cual es una mezcla de Beetlejuice y Atrapado en el tiempo). Mal sueño número dos: yo envejezco (lo cual resulta tranquilizador, por mucho que me toque las narices), y en torno a mí sigue practicándose la PPCC (Polémica Paranoica entre Castellano y Catalán). Qué espanto.Pero hete aquí que me encuentro en Barcelona, pasando unos días de médicos y rosas -nada como la tierra natal para que los doctores la examinen a una en confianza- y, paseando por una ciudad cada vez más hermosa, caigo en la siguiente cuenta: no existe en lacalle la menor histeria en torno a la guerra de los idiomas de que hablan -o más bien gritan- algunos políticos y medios de incomunicación. En las terrazas de los bares -reina un noviembre suave como sólo te lo obsequia el Mediterráneo- la gente no se ataca a golpes de rojigualda y de senyera, y en la cartelera teatral no sólo no hay autores polacos, sino que cuento un Gala y un Calderón (de la Barca, no del Vaixell).
Es más: el ser esencial y libremente bilingüe que soy no se da de tortas consigo mismo, y eso que, viniendo en el Talgo, me preguntaba si mi yo catalán la iba a emprender a barretinadas con mi sandunguero yo murciano, y viceversa. Y fíjense que no. Fíjense que conviven perfectamente, como el resto de la gente que vive, come, bebe, ama, duerme y suena en la lengua o laá lenguas que prefiere y que usa indistintamente, cuándo, dónde y cómo le place.
Quins collons que tenen alguns.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.