Sin rollo
De nuevo, lo alternativo realiza el milagro de llenar una sala un lunes de mediados de noviembre y a precios disparatados. ¿Será esto el fin, de la crisis o quizá sólo la rotura de las huchas cerdito del público español? Los teloneros, desde. luego, no desmerecieron su parte en el abusivo precio gracias a una excelente demostración de punk a la antigua usanza. Es decir, dar caña valorando los aspectos melódicos y cuidando la voz solista y las armonías en los coros Los Red Kross tienen más que ver con el primer John Lennon y la new wave que con la torturada escena de Seattle. Dos guitarristas y un teclado encienden el fuego y las llamas crecen con el trabajo de un fogoso cantante, capaz de versionear a los Beatles sin tirar por tierra su prestigio de chico duro. Fue un show francamente divertido.Otro caso es el de Stone Temple Pilots. Este cuarteto californiano, con dos elepés a sus espaldas, es un claro ejemplo de grupo de moda. Su estilo no es para tirar cohetes, aunque tienen personalidad. Pero. suenan temosos, sin rollo. Con una árida propuesta sonica y cierto tono de homilía, el grupo se sustenta en un bajista, capaz de asemejarse a una, apisonadora con cuatro cuerdas, un guitarrista pesado más qué correcto y un cantante gritón de sinuosos. movimientos. La monotonía en los arreglos hace que buenas canciones, como Big empty, Interstate love song o Sex type thing, pierdan el fuelle necesario para hacer pasar un rato entretenido y se vuelvan pretenciosas. Especialmente flojo fue el mini-set acústico, durante el cual el público les metía en comparaciones de las que no salían muy bien librados.. Que si eran igual que Simon & Garfunkel, que si parecían Jethro Tull, que si aquello sonaba como los Yes... En fin.
Stone Temple Pilots
Red KrossSala Aqualung. Madrid. 2.500 pesetas. Lunes, 21 de noviembre.
Cierto es que la audiencia, empapada por obligación de radiofórmulas y últimas modas, reaccionó con embeleso y arrobo a los esfuerzos de Scott Weiland y compañía. Pero, si todo el grunge es ya así, da toda la impresión de que al último' movimiento musical le quedan un corte de pelo y un remiendo de pantalones.
Babelia
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