Las Tablas de Daimiel, en coma profundo

"Es nuestro mínimo histórico", dice, preocupada, María Jesús Sánchez, directora del parque nacional de las Tablas de Daimiel (Ciudad Real). "No llegamos a 50 hectáreas con agua. Este año ha llovido la mitad de la media anual. Estamos superando a Almería en escasez de precipitacionos". Según la directora, este año han caído 200 milímetros cúbicos -menos que en Almería, con 202 de media anual-. "Las tablas están en coma profundo", dice Juan Manuel de Benito, experto del Icona. Y todo a pesar de que han comenzado las medidas de recuperación de acuíferos, con el abandono o reducción de regadíos en 75.000 hectáreas, gracias a un plan de 16.200 millones financiado por la UE.

"Están en coma, pero no son irrecuperables", aclara De Benito, que calcula que 600 hectáreas son el mínimo para mantener este ecosistema en buen estado. De Benito volverá a ocupar este mes la Subdirección General de Espacios Naturales, cargo del que le destituyó el anterior ministro de Agricultura, Vicente Albero. El parque nacional tiene una extensión de 2.000. hectáreas.El ministro de Agricultura Luis Atienza, dijo el jueves en Toledo que las Tablas de Daimiel deben continuar como parque nacional, en contra de las opiniones vertidas por algunos especialistas, que consideran que este paraje se encuentra demasiado degradado como para ser considerado de esa categoría.

María Jesús Sánchez explica, por su parte, que el bajón de agua ha acarreado la caída en los índices de llegada de visitantes: "En 1988, 1989 y 1990, el parque estaba bien y recibíamos cada año a unas 100.000 personas. Ahora hemos descendido a menos de 75.000". Doñana, por ejemplo, recibe unos 260.000 visitantes anuales.

El 10% del trasvase

La directora del parque nacional muestra, no obstante, algún atisbo de esperanza después de los 11 litros que cayeron el miércoles. "La tierra está empapándose, y sería perfecto que siguiera lloviendo estos próximos días".Si ello no ocurre, esa lluvia caída de poco servirá; se la chupará la reseca tierra. Igual que se chupó gran parte dé los 15 hectómetros cúbicos de agua que llegaron a comienzos de año al parque, procedentes del trasvase Tajo-Segura, tras un desesperado llamamiento para salvar las Tablas en vísperas de la pasada Navidad.

La dirección del parque ha calculado que, de aquel agua, sólo llegó realmente un 10%. "El resto", cuenta María Jesús Sánchez, "acabó perdiéndose por filtraciones en los cauces secos o bien porque directamente fue robada por los agricultores para efectuar sus riegos particulares".

"La situación es aun peor que en diciembre pasado", reconoce la directora, que señala que han llegado más aves de las que, a la vista de semejante sequía, cabría esperar. "Tenemos ahora ánades reales, cercetas, grullas, patos cuchara". Juan Manuel De Benito indica que la solución es básicamente una: la recuperación de las bolsas de agua subterránea.

Precisamente para eso, para recuperar los acuíferos 23 y 24, se puso en marcha en marzo del año pasado un plan de 16.200 millones de pesetas para cinco años.

El plan, subvencionado en un 75% por la UE, concede compensaciones económicas a los agricultores que abandonen total o parcialmente el regadío, para que puedan regenerarse los acuíferos que bombean, de líquido vital a las tablas y al parque natural de las Lagunas de Ruidera.

Según los datos que maneja la Consejería de Agricultura y Medio Ambiente de Castilla-La Mancha, 2.241 agricultores han solicitado acogerse a estas medidas para reducir el consumo de agua, -en un 50%, un 70% o un 100%- en casi 75.000 hectáreas (750 kilómetros cuadrados) de la zona de influencia de ambos acuíferos, que abarca unos 10.500 kilómetros cuadrados de las provincias de Albacete, Cuenca y Ciudad Real.

Estos agricultores cobran 2.867 millones de pesetas para compensar lo que dejan de ganar. La prima -de 27.000, 45.000 o 63.000 pesetas por hectárea y año, según se deje de regar el 50%, el 70% o el 100%, respectivamente- se paga a los agricultores durante cinco años.