Antonio López muestra en Sevilla el proceso interno de su obra
El Hospital de los Venerables exhibe las pinturas inacabadas del pintor junto a sus piezas más famosas
Con el título de Antonio López García, proceso de un trabajo, se inauguró ayer en el Hospital de los Venerables de Sevilla una exposición antológica dedicada al artista manchego. Con un centenar de obras, la mayor parte de ellas inacabadas, López ha querido contar cómo realiza su trabajo, dar un paseo íntimo por los entresijos de su creatividad. El mundo político y cultural sevillano, además de la ministra de Cultura y el director del Reina Sofia, estuvieron anoche en la apertura oficial de una muestra que se podrá ver hasta el 15 de enero.
La mirada de Antonio López (Tomelloso, 1936) tenía ayer por la mañana el punto de fastidio y resignación que le acompañan cada vez que se somete a una inauguración. Mientras hacía los últimos cambios de obra, respondía a preguntas de los periodistas.El que esta peculiar antológica ideada por él se pudiera hacer por fin, después de un par de aplazamientos, no relajaba su gesto. "Está casi toda la obra que quería que estuviera y este espacio de los Venerables tiene unas dimensiones humanas que acompañan bien a las obras". El entorno en el que crea, vive o expone es para este gran maestro del realismo algo muy determinante.
Y como prueba de la importancia del entorno, la exposición arranca con tres cuadros realizados por su mujer, la también pintora realista María Moreno. Son tres paisajes de la zona madrileña en la que ambos viven y que ayer López calificaba de "visión angélica. Yo desde luego no los vivo así, pero es su punto de vista".
Retratos
Sin un orden cronológico cerrado, la exposición recoge desde los primeros paisajes y bodegones del artista hechos en Tomelloso hasta sus últimos retratos inacabados de Madrid. De su pueblo hay numerosos trabajos en los que las filas de casas construidas sobre la tierra dejan ver el campo en el horizonte. Y antes de estos paisajes, están los retratos de sus familiares hechos sobre la terraza de la casa o en la mesa del comedor. Sólo en esos primeros momentos, todavía aparecen personas. Después, los paisajes urbanos van quedando despoblados, desaparecen ante la importancia de las construcciones.Entre los paisajes en realización, ocupa un lugar especialmente importante el retrato de Madrid desde el cerro Almodóvar. Ayer, el pintor ponía especial empeño en explicar a los periodistas sevillanos la importancia de ese punto geográfico, "en el que Madrid se defide en ramas de edificios que terminan fundiéndose con el campo". Es un trabajo en el que lleva empeñado tres años y de lentísima ejecución por la dificultad añadida que supone el ascenso al lugar en el que pinta, aunque no por ello parece que el óleo vaya a ser desterrado por el artista.
La mayor parte de abandonos -mutuos, precisa Antonio López- se produce cuando pinta flores o frutos, temas que ocupan una amplia sala en la exposición. Aquí las dificultades se multiplican porque en muy pocos días la obra tiene que estar terminada. "Y o se cae o se seca o a veces me canso y ahí se queda".
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