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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Iberia, en tierra

LA COMPAÑIA aérea Iberia vivió ayer una jornada de huelga. Sus empleados, convocados por los sindicatos UGT y CC OO, protestaron por el plan de ajuste, propuesto por la empresa que, como principales medidas, contempla una reducción salarial media del 15% y un nuevo recorte de plantilla. Para el próximo 11 de noviembre, esos mismos sindicatos han convocado otra huelga e, intermitentemente, los sindicatos minoritarios han convocado paros de dos horas hasta fin de año si no se logra un acuerdo sobre el citado plan de ajuste.El plan, según la empresa, es la única vía para evitar una, quiebra irremisible con el actual nivel de pérdidas anuales de 44.000 millones de pesetas, que se acumulan a las que arrastra de ejercicios anteriores (más de 165.000 millones). La solución pasa también por una nueva inyección de capital, nunca inferior a los 125.000 millones, que se suman a los 100.000 millones aportados por el Estado hace sólo dos años. Esta ampliación, debe contar con el visto bueno de la Comisión Europea al tratarse de ayudas públicas. Y Bruselas exige un plan de saneamiento que cuente con el acuerdo de los sindicatos.

La postura de la Comisión Europea es lógica. También la de Iberia al pedir los correspondientes sacrificios a sus empleados para que la empresa pueda sobrevivir y mantener el máximo posible de puestos de trabajo. Y no menos la preocupación de los trabajadores, que tienen sus sueldos congelados desde principios de 1993 y han visto cómo la plantilla se reducía en más de 4.000 personas, el año pasado.

Los sindicatos mayoritarios han reconocido la dramática situación que atraviesa la compañía y han llegado a manifestar su disposición a aceptar una re baja salarial del 8% (la mitad de lo que propone la empresa). Pero han convocado la huelga en lugar de intensificar las negociaciones. No parece la medida idónea para sacar a la compañía de la crisis, salvo que se pretenda que los españoles financiemos periódicamente con dinero público sus pérdidas.

Los colectivos de tierra han recalcado que los que tienen que hacer mayores sacrificios son los que más ganan, es decir, los pilotos. Éstos, que no se han sumado a la huelga, también se resisten a aceptar los planes de Iberia, El SEPLA, sindicato gremial, quiere mantener sus privilegios adquiridos durante años. Pero no sólo los pilotos.

La huelga y las que se anuncian suponen más paralización de la actividad de la compañía y más pérdidas. En tiempos de fuerte competencia como los actuales, la situación puede llegar a ser insostenible. Pero la empresa debe enfrentarse a estas resistencias. Para que Iberia remonte el vuelo se necesitan recursos financieros y esfuerzos por parte de, todos Sistemas de trábajo que tengan más en cuenta las necesidades actuales que los derechos históricos de unos o los privilegios de otros. Y más sensatez que la ahora demostrada.

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