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Sabuesos de bata blanca

De ellos depende a menudo la libertad de los sospechosos. No trabajan con pistolas; son los policías de investigación criminal

Son más de un millar en toda España. De ellos depende muchas veces que un hombre quede en libertad o vaya a dar con sus huesos a la cárcel durante una larga temporada. Sus armas son el microscopio, las probetas, las lentes de gran aumento, los ordenadores y los compuestos químicos. Desde hace más de 80 años son una pieza fundamental en la investigación criminal. Son policías, pero no llevan pistola ni uniforme azul marino. Son los policías de bata blanca.La suerte de varias detenidos el pasado viernes en el aeropuerto de Madrid-Barajas estaba en manos de los expertos del laboratorio químico de la Comisaría General de Policía Científica. Un policía esperaba su dictamen para poder determinar si lo que contenían los frascos de champú que llevaban en su maleta eran droguería... o droga. En el primer supuesto, se les pediría disculpas por las molestias y se les dejaría libres. En el segundo, los sospechosos pasarían a disposición judicial por narcotraficantes.

El casó del viernes pasará a engrosar la estadística. Será uno más. de los A 08.000 dictámenes químico-biológicos que suele realizar anualmente la policía. Eso, junto con los casi 2.500 informes de balística, los cerca de 4.000 estudios de documentos, los 4.800 casos en que los criminales fueron descubiertos a través de sus huellas digitales y los 2.200 cadáveres desconocidos a los que se consiguió poner nombre. Y además, las 1.600 armas estudiadas y analizadas, las 70.000 inspecciones oculares realizadas sobre el terreno, las decenas de informes genéticos basados en el ADN y los 140 informes de voces realizados el año pasado.

Ángel Luis Fernández Cobo, joven y flamante comisario general de Policía Científica, recientemente nombrado por el ministro Juan Alberto Belloch, dice que lo menos importante son los sofisticados aparatos con los que trabajan los hombres y mujeres que tiene a sus órdenes. "Lo mejor es el personal", afirma con solemnidad.

Pero los aparatos permiten, por ejemplo, saber en unos segundos a quién pertenece una huella dactilar. Cada día, los hombres de Lofoscopia solicitan al ordenador central información sobre 400 huellas. Y la computadora es capaz de descubrir hasta 120 puntos característicos -aunque los tribunales admiten sólo 12- con los que es posible averiguar la identidad de la impresión digital hallada en el lugar del robo o el asesinato.

"Es bueno que haya un contrainforme", dice el comisario Fernández Cobo, que cree que de esta forma se garantizan los derechos del presunto delincuente. Pero, en más de una ocasión, estos policías de bata blanca han echado por tierra el trabajo de los compañeros de uniforme, al demostrar que la persona a la que éstos imputaban el crimen o la violación era inocente.

Los expertos de la Policía Científica están reconocidos a nivel mundial en algunas materias. Por ejemplo, en la identificación de víctimas de grandes catástrofes. Y resulta increíble que puedan identificar a un hombre muerto en un accidente aéreo. Resulta mágico que logren recomponer un dedo convertido en un trozo de carbón para lograr así obtener sus huellas dactilares. No es extraño que su última salida al extranjero fuera para identificar a los muertos en el siniestro de un avión en Nepal. O, más recientemente, para hacer diversos estudios periciales sobre el asesinato de Luis Donaldo Colosio, candidato del PRI a la presidencia de México.

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Uno de los técnicos de esta comisaría obligó a la Organización Mundial de la Salud a replantearse esa muletilla de que los toxicómanos mueren por sobredosis de droga. "No hay muertes por sobredosis", explica, "sino por las sustancias con que se adultera la droga, que generalmente son insolubles en la sangre y provocan un trombo".

Muchas veces, las presuntas papelinas de heroína que venden los camellos contienen Cola-Cao, polvos para preparar papillas infantiles, aspirinas, medicamentos astringentes, y eso u otras materias inclasificables.

Identificación de voces

Algo tan aparentemente inexpresivo como un casquillo de bala es capaz de contestar a numerosas preguntas, si el técnico policial sabe hacerlas. Un trozo de metal tan insignificante lleva indeleble una serie de lesiones que indican con qué arma fue disparada. Y es prácticamente imposible hallar otra que produzca Idénticas marcas y arañazos. Un casquillo, proyectado en una pantalla a través de una lente de aumento, es como un libro abierto que muestra el picotazo del percutor, el arañazo de la uña extractora y las marcas de otros elementos del arma.

Una de las últimas herramientas incorporadas es el analizador de voces. Esto permite saber, por ejemplo, si la persona que realizó una llamada telefónica amenazante es la misma que está detenida como sospechosa. Esta técnica se ha utilizado en la investigación del secuestro de María Angels Feliu, la farmacéutica de Olot (Gerona), que estuvo secuestrada durante 16 meses.

"¿Ha llegado don Simón?", pregunta a través del teléfono un tipo que parece estar muy interesado en saberlo, posiblemente con fines nada claros. Sus palabras son procesadas y desmenuzadas en una serie de rayas y gráficas coloreadas. A continuación, el policial repite la pregunta con su propia voz y de nuevo este sonido se transforma en extrañas figuras. El cotejo entre ambas gráficas deja bien a las claras -incluso para un profano- que cada una de las voces corresponde a una persona diferente.

El ADN, arma contra los violadores

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