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UN FINANCIERO EN PRISIÓN.

La bomba de relojería

Las alabanzas del presidente de la Generalitat a Javier de la Rosa explotarán como una bomba de relojería bajo la mesa de Jordi Pujol. Las palabras pronunciadas en tono profético por el líder de Iniciativa per Catalunya, Rafael Ribó, en enero de 1993, cuando el juez de delitos monetarios rechazó la querella de KIO contra el financiero, empiezan ahora a reverberar entre las filas de CiU.Desde que se conoció la orden de detención contra De la Rosa, el partido de Pujol se ha ratificado en la etiqueta de "empresario modélico" con la que el presidente de la Generalitat distinguió al financiero a raíz de su entrada en la tortuosa operación del parque recreativo de Salou y Vila-seca, el proyecto emblemático del Gobierno catalán, la obra de Pujol.

Pero desde que el juez puso a De la Rosa entre rejas, los dirigentes nacionalistas han extremado la cautela en sus declaraciones públicas. Y algunos de ellos no ocultan, en privado, su preocupación creciente por el coste político que el Gobierno de CIU puede acabar pagando por sus relaciones con el financiero encarcelado.

Unas relaciones que el consejero de Economía, Macià Alavedra, ayer no se atrevió a asegurar que hayan terminado por completo. Al ser preguntado en el Parlamento catalán sobre si el Gobierno de Pujol mantenía algún otro vínculo con De la Rosa después de que éste fuese apeado en junio del parque recreativo, Alavedra contestó: "No. Bueno, creo que no."

Los nacionalistas quedaron satisfechos ayer del resultado de la esgrima parlamentaria entre Alavedra y la oposición. Pero su preocupación, ahora, trasciende a las críticas por el uso que dio De la Rosa a un aval de la Generalitat. Más allá de esto, los convergentes temen al impacto político del encarcelamiento de quien ha sido presentado como una especie de financiero del régimen. ¿Cómo casan los comportamientos especulativos que se le atribuyen con la doctrina oficial convergente de fomento de la economía productiva? ¿Y qué decir al mercado electoral natural de CIU, en el que se encuentran muchos de los 9.000 pequeños accionistas de Grand Tibidabo que acusan a De la Rosa de haber dilapidado sus ahorros, más de 30.000 millones de pesetas?

Los nacionalistas han optado por la cautela declarativa en espera de nuevos acontecimientos. Y en el cierre de filas en tomo al consejero de Economía, acusado por la oposición de negligencia o, en su defecto, de connivencia en el caso del aval de la Generalitat a De la Rosa.

El nacionalismo catalán, sin embargo, no ha bendecido nunca en bloque las estrechas relaciones de la Generalitat con el financiero preso. Destacados nombres del pujolismo, como Josep Maria Cullell, Vicenç Oller y Macià Alavedra, han estado en la órbita del financiero, mientras que roquistas como Joaquim Molins han expresado tradicionalmente su contrariedad por la preeminencia institucional de De la Rosa.

Ahora, el financiero amenaza con tirar de la manta. ¿Qué hay debajo de la manta? Posiblemente, financiación irregular de partidos políticos. Y, también muy probablemente, no sólo en una dirección. Recuérdese que antes de su repentina conversión al nacionalismo, De la Rosa financió las actividades de los candidatos populares Eduardo Bueno y Juan José Folchi, en 1984, y que al concejal barcelonés del PP Enrique Lacalle se le planteó en 1987 recibir dinero de Javier de la Rosa para su campana.

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