Scharping se debate entre esperar el desgaste de Kohl o consolidar su alternativa
El grupo parlamentario del Partido Socialdemócrata Alemán (SPD) eligió ayer en Bonn como su líder en el futuro Bundestag a Rudolf Scharping, de 46 años, presidente del partido y candidato derrotado a la cancillería en las elecciones del domingo. Scharping, quien consiguió 239 de los 243 votos emitidos, se encontrará ante la opción de esperar el desgaste del Gobierno de centro-derecha entre la Unión Cristiana Democrática y la Unión Social Cristiana (CDU/CSU) y Partido Liberal (FDP), en espera de una gran coalición, o forzar la máquina y tratar de ofrecer una alianza alternativa capaz de asumir el poder en Alemania.
En los Estados federados de Turingia y Mecklemburgo-Pomerania occidental han comenzado las toma de posición para negociar una coalición de gobierno. Todo parece apuntar a la formación en esos dos Estados de la antigua República Democrática Alemana de gobiernos de gran coalición entre la CDU y el SPD. El fantasma de la gran coalición planea también sobre Bonn, donde ahora las apuestas se centran en si un Gobierno demoliberal podrá resistir toda la legislatura o se romperá antes.El SPD parece haber aprendido la lección de sus últimos fracasos. En esta ocasión no parece que vaya a producirse la ejecución del candidato derrotado a la cancillería, como ocurrió en 1983 con Hans-Jochen Vogel, en 1987 con Johannes Rau y en 1990 con Oskar Lafontaine. Scharping puede sumarse a la lista de víctimas del canciller democristiano King Kohl, pero la derrota del SPD ha sido honrosa y permite al partido abrigar un margen de esperanza de que se puede recuperar el poder.
Ahora el SPD parece confiar en Scharping, quien reunirá en su persona los cargos de presidente del partido y jefe del grupo parlamentario.
El 'semáforo'
El SPD y su nuevo líder parlamentario pueden optar por dar a la coalición demoliberal una guerra de desgaste, especular con una ruptura y esperar que un día la democracia cristiana se vea obligada a ofrecer la gran coalición en Bonn. La otra opción menos probable sería forzar la ruptura de los liberales con sus socios y tratar de lograr un nuevo cambio de pareja del FDP hacia la llamada coalición del semáforo: rojo por el SPD, verde por los ecopacifistas y amarillo, que es el color del FDP.El semáforo, aunque lo permita la aritmética parlamentaria y habría escaños suficientes para. ello, parece menos viable que la gran coalición. El FDP se encuentra en un estado tal de debilidad, que no resistiría un nuevo cambio y perecería en el intento.
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