El apocalipsis va por partes
Italia en El Corte Inglés: todos los diseños italianos paraesta temporada están ya en El Corte Inglés, y a buenos precios. Pero, si tienes aficiones exóticas y lo que te tira es la India, también tienes la India en Valdemingómez; precisamente, un estudio sanitario hecho por el Ayuntamiento de Rivas-Vaciamadrid acaba de revelar que los niños del medio centenar largo de familias gitanas alojadas, o realojadas, no sé, junto a la Cañada Real padecen micosis y desnutrición y conjuntivitis. Así que, tenemos ahí al lado la India, en el kilómetro 14,5 00 de la carretera de Valencia y al alcance de todos los bolsillos. Les falta un poquitín de peste, pero cualquier día sale una rata de entre las basuras y se la contagia a uno de estos niños hambrientos, de un mordisco. La peste, si quieres, también puedes cogerla en el restaurante del Museo del Prado, por donde se pasean las ratas con más inquietudes artísticas del universo mundo.De manera que, ya digo, el diseño italiano en El Corte Inglés y la India en Valdemingómez, prácticamente, ahí al lado las dos cosas. Pero, a lo mejor, tú eres un tipo culto, un lector de Paul Bowles, así que has oído hablar de Marruecos y lo, que te interesa es esa magia que dicen que mató a Jeanne Bowles; pues nada, chico, tienes Marruecos también en Peña Grande, ahí al lado. Coges el coche y en unos minutos te plantas en el asentamiento marroquí más grande de Europa. Aquí todo lo hacemos a lo grande, de manera que puedes ver en ese asentamiento pobreza por un tubo: toda la magia de Marruecos en El Corte Inglés, perdón, en Peña Grande (en El Corte Inglés están ahora con Italia). En cuanto te bajas del coche, comienzas a pisar una calle de tierra que es una auténtica calle del Tercer Mundo; es que somos la caraba, de verdad, porque hemos reproducido el Tercer Mundo en Madrid con una fidelidad asombrosa. A escala.
La visita a Marruecos puedes combinarla, por el mismo precio, con un paseo por el apocalipsis. Precisamente, acaban de arder allí no sé cuántas chabolas, y el fuego ha dejado al descubierto un paisaje dantesco: somieres comidos por el óxido, y mesitas de no che en las que cabía una vida infernal, y hasta escale ras de piscina con las que quizá subían y bajaban al infierno, y una lata de anchoas donde, a lo mejor, estaban haciendo. una sopa de nada cuando les sor prendió el apocalipsis. El apocalipsis va por partes; creíamos que el fin del mundo era una cosa repentina que nos atacaba a todos por igual, y parece que no: ahora les toca a los moros estos de Peña Grande. Hombre, es cierto que hay apocalipsis pequeños re partidos por aquí y por allá, pero son focos sin importancia. Por ejemplo, un informe de Cáritas dice que el 20% de los españoles son pobres: si los visitas uno a uno, te das cuenta de que cada una de esas vi das contiene dentro, además de un número desusado de, bacterias, un apocalipsis de juguete, como de andar por casa; nada comparable, en cualquier caso, al Apocalipsis, con mayúscula, que sucedió el otro día en Peña Grande. Daban ganarde ir con el texto de san Juan y recitarlo en medio de las cenizas, subido a una bombona de butano chamuscada.
Pero, a lo mejor, a ti no te interesa la moda italiana, ni la desnutrición india, ni la magia marroquí, ni el Apocalipsis de san Juan. A lo mejor, tú has hecho de todo ya en la vida y lo que te apetece ahora es adquirir un poco de buena conciencia: pues, nada, hombre, coges una tienda de campaña, tipo iglú y, si encuentras sitio, te plantas con ella en la Castellana para pedir el 0,7% para la India y para Marruecos. 0 sea, que tenemos una oferta cultural que no habría mos podido ni soñar cuando nos pasábamos lavida en los cines de arte y ensayo. Qué bien.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.