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La oleada de corrupción pone contra las cuerdas al Gobierno de Balladur

Enric González

Alain Carignon, alcalde de Grenoble, ministro de la Comunicación francés hasta hace tres meses, cabeza de los jóvenes renovadores del gaullismo y fiel del primer ministro, el gaullista Edouard Balladur, está en la cárcel de Saint-Joseph de Lyón. Por primera vez en los 35 años de historia de la V República Francesa, un exministro duerme entre rejas. La acusación es muy fuerte: corrupción a gran escala para el enriquecimiento personal. Y en el Gobierno de Balladur suenan todas las sirenas de alarma. A unos meses de las elecciones presidenciales, la administración conservadora corre el riesgo de entrar en crisis.

Balladur no quiso hacer comentarios sobre el encarcelamiento de Carignon. Jacques Chirac, su compañero en las filas gaullistas y enconado rival político, tampoco dijo palabra. Balladur almorzó en su palacete de Matignon con un grupo de senadores y éstos le notaron preocupado. No era para menos. La ruidosa caída del ex ministro de Comunicación y el inminente procesamiento del ministro de Industria, Gerard Longuet, ponen al Gobierno contra las cuerdas.La derecha, que ganó arrolladoramente las elecciones de 1993 bajo el lema de moralizar la vida pública y enterrar en el pasado las trapacerías de los socialistas, se ve envuelta en la misma telaraña de la corrupción. Aún peor: los socialistas que actuaron irregularmente lo hicieron, salvo algunas excepciones, para financiar al partido. Carignon y Longuet, en cambio, son acusados de utilizar sus cargos en beneficio propio.

Las acusaciones de "corrupción pasiva" y "malversación de fondos públicos" formalizadas contra Carignon, y de "malversación y complicidad en corrupción" contra su lugarteniente Jean-Louis Dutaret, tienen su origen en 1989. Carignon, desde 1984 alcalde de Grenoble, una de las ciudades más importantes de Francia, acababa de ser reelegido pero cargaba con una deuda por gastos electorales de 5,4 millones de francos (unos 130 millones depesetas).

La deuda y la revista

La deuda estaba concentrada en una revista llamada Dauphiné News. Una filial de Lyonnaise des Eaux,. segunda empresa de Francia y del mundo en distribución de aguas y saneamientos, adquirió la revista, la cerró y enjugó todas las deudas. La operación hubiera sido ruinosa e incomprensible de no producirse otro hecho casi simultáneo: la gestión de las aguas de Grenoble, un negocio multimillonario, fue privatizada por Carignon y encargada a Lyonnaise. El asunto pasó de incomprensible a sospechoso.La relación entre Carignon y Lyonnaise no terminó ahí. La empresa pagó otros 13 millones de francos a Whip SA, sociedad fantasma creada por Dutaret y Carignon, a cuenta de estudios supuestamente ficticios. Y Lyonnaise cedió a Carignon, para su uso gratuito e indefinido, un piso de 280 metros cuadrados en el bulevar Saint-Germain de París. Y le dejó utilizar siempre que quiso sus aviones y helicópteros.

Entre todo, el juez Philippe Courroye calcula que el ex ministro recibió, en metálico y especies, más de 20 millones de -francos (unos 450 millones de pesetas). Uno de los abogados de Carignon, Guy Danet, calificó ayer de "excesivo" e "injusto" el encarcelamiento preventivo, pero no quiso discutir sobre las acusaciones.

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El caso Carignon es sólo la guinda en el pastel de la corrupción francesa. Los presidentes de varias de las principales compañías industriales y de servicios (Générale des Eaux, Alcatel, Sclineider) están procesados o bajo la amenaza de serlo. Más de 20 diputados y senadores, como el secretario general socialista, Henri Emmanuelli, están también procesados por asuntos económicos. Ya empieza a temerse la generalización de una operación Manos Limpias a la italiana.

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