Al fin salió el famoso 'Berlingo'
Varias ganaderías/ Cepeda, Pedrito, L. y A. DómecCuatro toros: 20 y 4o (devuelto al partirse un pitón) de Joáo Moura; lo y 5o de Diego Garrido, descastados y deslucidos; sobrero de Sayalero y Bandrés, noble. Fernando Cepeda: dos pinchazos. (silencio); tres pinchazos y dos descabellos (ovación). Pedrito de Portugal: dos pinchazos - aviso- y estocada baja (ovación); estocada muy baja -aviso- y dos descabellos (silencio).
Dos toros despuntados para rejoneo de Juan Pedro Dómecq, nobles y codiciosos. Luis Dómecq: pinchazo y rejón trasero (vueltapor su cuenta);
Antonio Dómecq: pinchazo y rejón descordando (vuelta por su cuenta).
Plaza de la Maestranza, 12 de octubre. Media entrada.
ANTONIO LORCA
Berlingo, un toro de Sayalero y Bandrés, que salió ayer en cuarto lugar como sobrero, visitó por vez primera los corrales de la plaza sevillana durante la pasada Feria de Abril. Volvió a la dehesa y viajó de nuevo a La Maestranza cada vez que se celebró una corrida de toros.
Siempre como sobrero, siempre salvándose por los pelos, iba y volvía como quien va de vacaciones, hasta que el 12 de octubre, Berlingo, un toro ya famoso entre los aficionados, salió al ruedo de la Maestranza. Con trapío y astifino, fue, a la postre, el único toro bravo y noble de toda la corrida.
Salió dispuesto a concederle las dos orejas a Fernando Cepeda, pero entre ambos se cruzó un picador, le hizo al toro un boquete así de grande, y por ahí se le escapó la vida. Llegó a la muleta muy corto de fuerza, muy noble, pero sin la alegría que había demostrado en los tercios anteriores. El torero estuvo decoroso, con detalles propios de su torería, pero su labor careció de ligazón. Además, mató mal, de manera impropia para quien quiere recuperar el tiempo perdido.
Berlingo fue el único toro que mereció la pena en un festejo aburrido, insulso y sin historia. Fernando Cepeda nada pudo hacer ante su primero, un animal descastado y cobarde. De todos modos, el balance del torero de Gines sigue invariable: apunta y no dispara. Queda en su haber, sin embargo, su buen gusto con el capote, lo que demostró en un quite por verónicas al segundo de la tarde.
Debutó como matador de toros Pedrito de Portugal y quedó inédito. Ni tuvo toros artistas ni él derrochó voluntad y agallas para superar las dificultades. Ante su primero, un toro difícil por su genio, estuvo, pero no se empleó; aguantó, pero no convenció. Lo mismo le ocurrió en el otro: no era tampoco un toro fácil, pero el torero se dejó la entrega en Portugal. Su calidad artística la esbozó con el capote, en unas verónicas al recibir al segundo de la tarde y en un quite por chicuelinas a ese mismo toro.
Los hermanos Dómecq dieron vueltas al ruedo por su cuenta tras sendas actuaciones muy desiguales. El primero toreó sin emoción y sin confianza; Antonio pasó apuros con un toro codicioso y sólo se lució en banderillas con su caballo Duende.
Babelia
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