Taiwan, tan cerca y tan lejos de China
La isla se apoya en su potencia económica para sentar las bases de la independencia total
ENVIADO ESPECIALHierve Taiwan. Por su espectacular desarrollo económico. Por el acelerón democrático. Por la animación del debate sobre la cuestión nacional: unificación con la China continental o independencia total y absoluta. Esta isla de 36.000 kilómetros cuadrados y 21 millones de habitantes, a la que Chiang Kai-chek se retiró en 1949 tras ser derrotado por los comunistas de Mao Zedong, se halla tan revuelta como su propia capital. Taipei, de tres millones de habitantes, está patas arriba por una obra faraónica que, para comienzos del próximo siglo, dotará a la ciudad de un sistema de transporte rápido que incluirá trenes subterráneos y elevados. El proyecto forma parte de un ambicioso plan de desarrollo de seis años, que hace especial énfasis en la infraestructura, y tiene un presupuesto inicial de unos cuarenta billones de pesetas.
El proyecto pone aún más de manifiesto la paradoja de que este dragón económico de Extremo Oriente siga siendo un paria en la comunidad internacional. Excluido de la ONU en 1971 para que ingresara la República Popular de China, está reconocido tan sólo por 29 países, la mayoría de ellos minúsculos y sin peso político, conquistados a golpe de talonario de cheques.
Francias Lee, de 50 años, nacido en el continente, miembro del gobernante partido Kuomintang (KMT) y responsable de asuntos europeos en el Ministerio de Exteriores, lamenta el abandono madrileño. Mientras París ha enviado a su oficina comercial en Taipei a un antiguo número dos de su embajada en Pekín España tiene como representante oficioso a Santiago Rupérez, director de la Cámara de Comercio.
Rupérez, de 52 años, casado con una china hija de uno de los antiguos altos oficiales de Chiang Kai-chek y profundo conocedor de la historia de China, está convencido de que la independencia total de Taiwan es inevitable: "China se va a romper en pedazos después de la muerte de Deng Xiaoping. Y entonces, el debate sobre si hay una o dos Chinas no tendrá razón de ser. Habrá varias Chinas y Taiwan será una de ellas, como, por ejemplo, las actuales provincias de Cantón ó Fujian".-
El nombre oficial de Taiwan es República de China, el mismo que adoptó la entidad política fundada en 1912 por Sun Yat Sen. Pero se utiliza cada vez menos, incluso por el gobernante KMT, que recurre con frecuencia a las siglas o habla de la "república de China en Taiwan".
De hecho, el proceso democratizador que culminará en 1996 con la elección directa del presidente, el fin de la ley marcial y del práctico estado de guerra, el cese de la tradicional reclamación de la soberanía "sobre toda China", las peticiones de ingreso en la ONU y otros organismos internacionales, e incluso la política oficial de "un país, dos entidades políticas", alejan cada vez más el objetivo de la unificación.
Llu Sung Pan, de 63 años, nacido en Taiwan, presidente del Parlamento y, por supuesto, miembro del Kuomintang, recuerda como las dos Alemanias formaron parte simultáneamente de la ONU y eso no impidió que cayera el muro de Berlín. "Lo que no puede tolerarse", afirma, "es que quede sin representación en la ONU el décimo inversor mundial en el exterior y el 270 por su producto interior bruto. Un país con una renta per cápita de 11.000 dólares anuales".
"Una China, pero no ahora", señala Su Chi, de 45 años, nacido en Taiwan, aunque sus padres vinieron "del otro lado del estrecho" en 1949. También es miembro del KMT, Su es el vicepresidente del Consejo de Asuntos de China Continental y un convencido de que las inversiones masivas de taiwaneses en "la otra China" (13.000 millones de dólares en 1993) y las negociaciones oficiosas (a través de teóricas fundaciones privadas) entre los dos regímenes favorecen el objetivo común de la unificación.
Sin embargo, la opinión de que el KMT y el propio presidente Lee Teng Hui apuestan por la independencia está muy extendida, sobre todo entre los militantes del Partido Nuevo, cuyos siete diputados actuales abandonaron precisamente el KMT por este motivo. Uno de los parlamentarios tránsfugas es Yor Mu Ming, de 55 años, nacido en Shanghai, que llegó a Taiwan en 1948 y que no duda en proclamar: "Primero soy chino, luego taiwanés". Ésa debería ser también, a su manera de ver, la postura del Gobierno.
No es probable que este partido llegue a superar el 10% de los votos. Y es que lo taiwanés está de moda, casi es una bandera ante la convocatoria de elecciones parciales para el próximo diciembre. Aunque el apoyo expreso a la opción independentista no supere según las encuestas el 27% en el mejor de los casos, ha sido esta línea la que ha impulsado el espectacular ascenso del Partido Progresista Democrático (PPD), que ganó en diciembre de 1992 el 30% de los votos emitidos en las legislativas y un año después, en las municipales, el 40%.
Cheng Fang Ming, nacido en la isla en 1947, director del departamento de información del PPD, tiene muy claro que su país es Taiwan y que así debería llamarse, pero, tal vez para no alarmar demasiado, asegura: "Aunque somos independentistas, si llegamos al poder lo que haremos será lanzar una campaña de información al pueblo, para hacerle ver que independencia no significa guerra con el continente". Y añade: "Tras la muerte de Deng, no creo que se vaya a romper China, pero sí puede haber un largo periodo de conflictos internos. Entre eso y la prioridad al desarrollo económico, no creo que se den allí condiciones para emprender una aventura militar, aunque Taiwan siga siendo para Pekín una provincia rebelde".
La decisión del Parlamento chino de eliminar las instituciones parcialmente democráticas de Hong Kong puando esta colonia británica sea devuelta en 19 ' 97, es, según Cheng, una prueba más de que Pekín no es de fiar.
Así, la independencia de la isla rebelde se abre paso de manera casi subrepticia. Su peso económico no sólo va a permitirle, muy probablemente, entrar en la Organización Mundial de Comercio, sino también aumentar el número y el nivel de sus socios comerciales y políticos. Porque business are business.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.