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Invertir en el continente

El motivo por el que Richard Wu, presidente del poderoso grupo de comunicaciones taiwanés Kingtel, recibe a un periodista de un país situado en el otro extremo del mundo es porque quiere captar en Occidente socios que deseen invertir en China y que teman al mercado "más prometedor, pero más arriesgado del mundo". Para este joven león, de 42 años, de la nueva clase empresarial, el mejor consejo que se puede dar a una empresa extranjera es el siguiente: "Si no le resulta imprescindible contar con un socio chino, no lo tenga; si no le queda más remedio que tener uno, busque un taiwanés. Nosotros entendemos la mentalidad de los chinos del continente, pero nuestra práctica empresarial es moderna y agresiva".Kingtel fabrica desde hace más de cinco años en tres factorías en el continente, dos de ellas con capital de la República Popular, teléfonos, faxes y otros equipos de comunicaciones,. tanto para la exportación como para el consumo interno chino. Ocupa a unos 2.100 trabajadores, de los cuales sólo 20 son taiwaneses. La inversión, probablemente muy superior a los 25 millones de dólares (unos 3.300 millones de pesetas) que reconoce, se canaliza a través de una sociedad interpuesta con sede social en Hong Kong. El Gobierno de Taiwan, que teóricamente prohíbe tales iniciativas, tiene un ojo abierto y otro cerrado, y el que está abierto no lo utiliza para impedir, sólo para vigilar y controlar.

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Taiwan, tan cerca y tan lejos de China

Unas 15.000 empresas de Taiwan invierten actualmente en China continental, en una corriente que el año pasado movió más de billón y medio de pesetas y que se aceleró espectacularmente desde 1991. Por estos tres motivos: la falta de mano de obra en la isla (por no hablar de su precio al menos 10 veces superior al de la República Popular); el ascenso meteórico de la cotización del dólar taiwanés y la apertura del mercado interno chino.

A Wu no le preocupa lo que ocurra tras la muerte de Deng Xiaoping: "Es imposible que den marcha atrás en la política de reforma económica".

Jyi Shiung Chang, de 56 años, vicepresidente de la corporación alimenticia Wei Chuan, cree también que la mejora del nivel de vida en China, a pesar de las tremendas diferencias interregionales, "evitará el caos político y la vuelta atrás". Ahora cuenta con cuatro fábricas "al otro lado del estrecho de Taiwan", aunque en asociación con otras firmas extranjeras y chinas.

Hong Kong, previo paso por un paraíso fiscal del Pacífico, es la vía para una inversión todavía modesta (1.000 millones de pesetas) que emplea a 600 personas y 20 directivos de Taiwan. Su mercado es el continente: Jyi lo tiene claro: hay 1.200 millones de clientes potenciales. Y no existe peligro de que se agote la demanda de alimentos. Tienen que comer.

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