Las limitaciones de los convenios
"Los convenios mundiales son un buen primer paso, pero no son la solución. Como dice un proverbio chino, todos los viajes largos tienen que empezar con un primer paso". Así explicaba ayer el egipcio Mohamed El Ashry, director ejecutivo del Fondo Mundial para el Medio Ambiente (GEF, en sus siglas inglesas), las limitaciones de este organismo, encargado de dar respaldo financiero a los convenios de la ONU sobre cambio climático y biodiversidad, capa de ozono y desertificación.El-Ashry insistió en Madrid en que los 2.000 millones de dólares (unos 260.000 millones de pesetas) para tres años con que cuenta este fondo "no es mucho" para solucionar los problemas ambientales del planeta y admitió que puede haber paradojas hirientes: Cómo compatibilizar nuestros esfuerzos para reducir la emisión de dióxido de carbono que evite el cambio climático mediante la financiación de energías renovables, con las inversiones del Banco Mundial en la construcción de centrales térmicas que emiten esos gases? Es una incoherencia, pero la vida es así; las cosas se hacen paso a paso. Los convenios dan directrices generales; y lo que hay que hacer es reforzarlos, con objetivos y pactos más concretos. Los países deben trabajar en ese sentido, porque son ellos los que deciden. Nosotros no podemos prohibir las ayudas a las térmicas".
Cambios en el GEF
El-Ashry, que anteriormente fue el director del departamento de Medio Ambiente del Banco Mundial, trató de convencer de que el GEF no está controlado por este banco. "Durante los tres primeros años de funcionamiento experimental del GEF, las ONGs y los países del Sur criticaron mucho su dependencia del Banco Mundial. La reforma culminó en marzo en Ginebra con la presencia de 80 países. Ahí se acordó crear una secretaría independiente y un consejo directivo formado por 32 miembros y con un sistema equitativo de votos, a diferencia del Banco Mundial y el FMI, donde los votos están en proporción de las aportaciones económicas".
Dieciséis miembros representan a los países en desarrollo, 14 a los desarrollados y dos a las economías en transición del Este de Europa. Uno de esos escaños está reservado para España, Grecia y Portugal; y ahora lo ocupa un español, Ángel Torres, que es también director en el Banco Mundial. Esta coincidencia levanta más sospechas de las ONGs sobre la dependencia del GEF. Las organizaciones ecologistas CODA y Aedenat, organizadoras del acto con El-Ashry, van a pedir en el Consejo Asesor de Medio Ambiente que el representante español en el GEF no sea el mismo, que el del Banco Mundial. España aporta un 0,8% del GEF, unos 1.800 millones de pesetas.
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