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Triple reto para Claes

El nuevo secretario general e la OTAN deberá aplicar la doctrina de Sevilla

Xavier Vidal-Folch

Willy Claes, el nuevo secretario general de la OTAN, encontrará esta semana en su nuevo despacho de Bruselas tres gruesos expedientes. Son los tres grandes retos que los ministros de Defensa han consagrado esta semana como la doctrina de Sevilla: apretar a los serbios en el conflicto bosnio; acelerar la aproximación de los antiguos enemigos del Este; iniciar una política hacia el Mediterráneo. Tres retos que se resumen en uno, culminar la adaptación del organismo, nacido durante la guerra fría para enfrentarse al bloque comunista, a la nueva situación en la que surgen otros focos de inestabilidad.

Claes deberá aplicar todas sus habilidades de director de orquesta, las mismas que le han permitido llegar a mandar a los militares de 16 países sin haber hecho el servicio militar, para realizar el aggiornamiento de la organización en plazos hábiles. La cuestión más urgente es devolverle "la credibilidad", seriamente mellada por la "falta de eficacia" demostrada este año en la guerra de Bosnia, como en tono de mea culpa reconoció en Sevilla el secretario norteamericano, William Perry.

Para lograrlo, e imponer a los serbio-bosnios el plan de paz pactado por el Grupo de Contacto, la nueva doctrina de Sevilla postula que la respuesta a las violaciones serbias de los acuerdos internacionales deberá ser rápida, sin preaviso y, si conviene, sobre múltiples objetivos. Ahora, Claes deberá poner el hilo en esta aguja.

Es una tarea ímproba. Los mandos de los cascos azules tienen un norte: proteger la integridad de sus fuerzas en Bosnia. A los dirigentes europeos que los han desplazado a Bosnia el asunto les quita el sueño -el Reino Unido no se recata en repetirlo-, y no digamos Rusia, el tradicional aliado de los serbios. En la otra orilla, Washington, presionado por el Congreso y sin la angustia de tener muchachos en la zona caliente, ha apretado el acelerador. "Debemos demostrar que aprovechamos los seis meses [concedidos por los musulmanes para no reclamar el levantamiento del embargo de armas que pesa sobre ellos], y que los aprovechamos eficazmente", presionó el Pentágono, temeroso de un nuevo ridículo aliado.

Claes deberá conjugar firmeza y equilibrio ante las presiones alemanas para fijar la lista de aspirantes a incorporarse a la alianza (de entre los ya 22 miembros de la Asociación para la Paz (APP), esa antesala diseñada hace apenas un año para aproximar a los viejos enemigos) y un calendario. Presiones desatadas en Sevilla a las que se enfrentaron la consigna de prudencia dictada por norteamericanos y europeos no germánicos. Unos, por temor a incrementar el recelo soviético a desgajarse de sus antiguos hermanos. Otros, por el vértigo a los plazos de adaptación institucional, económica, tecnológica. El director de orquesta Willy Claes tendrá que conjugar esas distintas partituras. Y, sobre todo, proponer un estatuto especial a Moscú dentro de la APP, que tranquilice a Rusia y le reconozca su peso de potencia.

El tríptico de la doctrina elaborada en Sevilla se cierra con el flanco mediterráneo la "mirada al Sur" de que habló, casi poético, William Perry. "Estamos de acuerdo en que la seguridad en este área afecta a la seguridad europea en su conjunto", resumió el secretario en funciones, Sergio Balanzino. Solemnizaba así una victoria diplomática española, apoyada por los socios latinos -con el sustancial apoyo de Francia, reincorporada por vez primera desde 1966-, frente a reticencias sajonas, ancladas en la "percepción de la lejanía" del Mediterráneo. La propuesta, de momento, es modesta. Se trata de dialogar regularmente, cursar invitaciones a maniobras militares, "infundir confianza entre los países moderados del norte de Africa", como apuntó Julián García Vargas.

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