El Senado se cita con la historia

El presidente de la Comunidad de Madrid, Joaquín Leguina, que, junto con Jordi Pujol, hizo el discurso de mayor calado político del debate sobre el Estado de las autonomías, citó, en su in tervención de ayer, al filósofo español José Ortega y Gasset para compartir con él una visión pesimista del problema de los nacionalismos. "Ya que no se puede resolver es bien posible conllevarlo", dijo citando al filósofo.Leguina no dijo que esa visión pesimista, extraída del discurso de Ortega y Gasset en el debate en las Cortes de mayo de 1932 sobre el Estatuto de Cataluña, encontró réplica en el presidente de la República Manuel Azaña, que opinaba, frente al filósofo, que el problema de los nacionalismos, aunque muy difícil, era resoluble.

Curiosamente, el pesimismo orteguiano de Leguina contrastó con el talante optimista y azañista de Pujol, que ha dejado, en la primera intervención de su historia en el Senado, la estela de que el nacionalismo catalán puede encajar en España en algo más que un mero "conllevar".

No obstante, el entendimiento entre Pujol y Leguina fue público y notorio. Pujol, en su intervención de réplica, citó hasta dos veces a Leguina, tomando prestadas sus palabras sobre la necesidad de que la Administración central también sea leal con las autonomías, o cuando el presidente madrileño hizo un reconocimiento expreso de los hechos diferenciales, como el catalán o el vasco.

Fue el comienzo de una cadena. A partir de ahí los presidentes de las dos Castillas, Juan José Lucas y José Bono, y el de Extremadura, Juan Carlos Rodríguez Ibarra, también hicieron un reconocimiento expreso de tales hechos diferenciales. Fue una auténtica manifestación pedagógica, una especie de reconocimiento o devolución a Jordi Pujol por su manifestación que en favor de la integración de Cataluña en España había realizado la víspera. De un plumazo, se zanjaban, al menos por la vía oral, años y años de incomprensiones hacia la identidad de los pueblos con idioma propio.

Los temores de que el debate degenerara en un cruce de reproches desde el nacionalismo español a los nacionalismos periféricos, sobre todo al catalán, o viceversa, no se cumplieron. Al contrario. No pudo haber mejor símbolo para finalizar el debate que la cita que, Felipe González hizo del presidente de Castilla y León, Juan José Lucas, considerado la punta de lanza de José María Aznar, el presidente del PP, en materia autonómica. González dijo compartir la intervención de Lucas, en la que reconoció la irreversibilidad del sistema autonómico, pese a algunas deficiencias de rodaje.

Si los grandes traumas históricos -derivados de la falta de reconocimiento de los hechos diferenciales- quedaron ayer conjurados, el problema se traslada ahora al terreno de las distintas maneras de entender la solidaridad entre unas comunidades y otras. Son también conflictos seculares, pero no tienen el carácter de trauma histórico: el reparto del agua y las consecuencias en otras comunidades de la fiscalidad especial de los regímenes forales, como el de Navarra.

Son conflictos en los que la sangre nunca llegará al río, como dijeron todos los presidentes autonómicos afectados por estas cuestiones. Pero que sí requieren acentuar el estudio de fórmulas de solidaridad, tal y como lo apuntaron todos: presidentes autonómicos y jefe del Gobierno.