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"Me voy con tristeza y con alegría"

Curro Vázquez se despide de la afición española en Madrid, lidiando seis toros

Manuel Vázquez Ruano, Curro Vázquez, uno de los mayores y mejores oficiantes del toreo puro de los últimos tiempos, se retira. Su despedida de la afición española no podía ser en otro sitio que en la plaza de sus amores, la misma que le tiene entre uno de sus favoritos: Las Ventas, de Madrid. El viernes, frente a seis toros, dirá adiós con un sentimiento agridulce, según confiesa: "Me voy con tristeza, pero también con alegría". El toreo pierde a uno de sus últimos artistas tras cinco lustros de profesión.

Su postrera cita española, poco antes de iniciar su también última temporada americana que le llevará a México, Colombia y Ecuador, hace la número 26 de su campaña, una cifra corta tras su éxito en San Isidro. "Una vez más los empresarios no me han tratado como creo merecer", acusa, "tal vez pensaron que al ser mi despedida iba a bajarme los pantalones, tanto en dinero como en la categoría de los carteles. Y claro, no lo he hecho nunca y menos ahora que me voy".Añade que todas esas tardes cobró lo que estima merecía "seguro que con estos festejos he ganado más que otros con el doble o el triple de actuaciones". Y es que él nunca fue torero de cantidad y sí de calidad: "Los toreros de mi corte no podemos hacer 90 ó 100 paseíllos sin traicionar nuestro estilo y en cierto modo al público que espera que estemos inspirados tantas tardes, algo absolutamente imposible". Y redondea al respecto: "Bueno, creo que ninguno debería llegar a esas cifras, aunque allá cada cual".

Pese a que se encontró a gusto en esas 25 ocasiones anteriores, no de todas se encuentra satifecho. En el balance positivo incluye, además de Madrid, a Santander, Jaén, Beziers y Aranjuez, "con los toros de Victorino Martín y Aparicio de rival", recuerda. En la negativa, fundamentalmente, Colmenar Viejo, "donde perdí los papeles como torero y como profesional, lo admito", y Bilbao. También es la hora del balance final a sus 25 años como matador de toros, un tiempo en el que no hizo la faena soñada, ,aunque las que más se acercaron las realicé en Madrid". Un capítulo del libro de su vida en el que cerrará su última página con esa vibración doble y agridulce: "Me voy con tristeza, porque es lo que más me ha gustado y he sido muy feliz. Pero alguna vez había que dejarlo y atender a la familia, por lo que siento a la vez una gran alegría". En la alegría entra, como capítulo fundamental, el haber sido capaz de estar tanto tiempo ahí "con la consideración de los aficionados; es un logro que pocos han disfrutado y del que puedo presumir".

Una consideración que adquiere su máxima fuerza entre los aficionados de Madrid, que le consideran como algo suyo, le adoran, y ante los que estaba obligado a despedirse, aunque sin cortarse la coleta, "porque además de parecerme un numerito, yo me sentiré torero toda mi vida".

Ese favoritismo de la afición madrileña le ha cerrado algunas puertas, "paradójicamente en el Sur, donde en teoría gusta el toreo artístico", pero no le importa: "Es mi mayor orgullo, porque no he sido el favorito de una, plaza de talanqueras, sino de la más importante del mundo, con la afición más entendida y exigente, y donde sale siempre el toro de trapío"

Su estilo es el puro, el clásico, el artístico, "por cierto el que más valor necesita para realizarlo", apunta, y que supone no va a desaparecer: "Lo único que está desapareciendo en la fiesta es el romanticismo, pero aunque en este momento no abundan los artistas, sí hay algunos, como Joselito y Ponce, que todavía son muy jóvenes, se mueven ya muy bien por, esos caminos y que van a ir a más".

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