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FERIA DE SAN MIGUEL EN SEVILLA

Una valiente cuadrilla de lujo

Antonio Lorca

La cuadrilla de Jesulín es de una categoría extraordinaria, lo que quiere decir que los hombres de a caballo y a pie son toreros valientes y avezados a carta cabal. Un auténtico lujo. Con el matador a la cabeza, dieron todo un recital de torería, sorprendente y emocionante por lo que esta cualidad escasea en el toreo actual. Antonio Caba puso en el sexto dos pares ajustadísimos, de poder a poder, con los que se jugó el tipo de verdad y protagonizó, quizá, el momento más emotivo de toda la tarde. Mientras tanto, y lidiaba como un maestro Carmelo y cerraba el tercio con gallardía Emilio Fernández, hijo. Momentos antes, Diego Ortiz había picado como ya no se pica, y la afición estalló de alegría. En el toro tercero brillaron Carmelo y Fernández con los palos, y Caba sometió con el capote la deslucida embestida del toro. Lo dicho, una gratísima sorpresa.Al mando del equipo, un joven valentísimo, Jesulín, transformado en la Maestranza en un torero serio, dominador y entregado. Su primero fue el manso más difícil; miraba con aviesas intenciones y derrochó genio y mala casta. Jesulín le cortó la oreja porque tuvo la osadía de quedarse quieto, desarrollar la faena en un palmo de terreno y aguantar impávido las tarascadas del animal. No es, ciertamente, un torero exquisito, pero su valor y su técnica convencieron. En el otro no pudo más que justificarse porque el animal se paró y no quiso saber nada del torero.

Rojas / Romero, Espartaco, Jesulín

Cuatro toros de Gabriel Rojas (dos fueron rechazados en el reconocimiento), bien presentados, mansos y descastados; y dos (quinto y sexto) de Antonio Gavira, nobles y sosos. Curro Romero: goyetazo, un descabello y el toro se echa (pitos); pinchazo hondo, tres descabellos y el toro se echa (pitos). Espartaco: media baja y un descabello (silencio); estocada tendida y dos descabellos (vuelta). Jesulín de Ubrique: estocada (oreja); dos pinchazos y estocada corta (ovación). Plaza de toros de la Real Maestranza, 24 de septiembre. Primera corrida de la feria de San Miguel. Lleno.

Lo mejor de Espartaco fue el quite excepcional que le hizo a su subalterno Eustaquio Sierra cuando éste, perseguido por el primer toro tras colocar un par de banderillas, quedó inmovilizado en la barrera. La muleta de su jefe de filas le libró de una cornada segura. Ese toro era un buey descastado ante el que el torero insistió y se desesperó. Noble era el otro, aunque soso, y le permitió a Espartaco una faena aseada. Espartaco acompañó la embestida con un toreo templado, pero extremadamente despegado. Es verdad que al toro le faltaba el motor suficiente, pero el torero no se entregó como en él es habitual. A pesar de todo, le obligaron a dar una vuelta al ruedo.

Y Curro fue el peor Curro de sus peores años. Su actuación fue lamentable, indecorosa, infame y desvergonzada. Sólo Dios sabrá cómo eran sus toros, porque Curro se limitó a ordenar que se los mataran. Su primero lo toreó Rafael Torres y lo mató el picador Pepillo de Málaga. Al segundo lo toreó Rafael Camino y lo mató el mismo señor que montaba a caballo, quien, además, tuvo una actuación lamentable.

En el último toro de Jesulín, Curro intentó el quite del perdón, pero le salió un churro. Aun así, algún currista creyó ver el cielo. Más lamentable aún.

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Sobre la firma

Antonio Lorca
Es colaborador taurino de EL PAÍS desde 1992. Nació en Sevilla y estudió Ciencias de la Información en Madrid. Ha trabajado en 'El Correo de Andalucía' y en la Confederación de Empresarios de Andalucía (CEA). Ha publicado dos libros sobre los diestros Pepe Luis Vargas y Pepe Luis Vázquez.

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