Maneras de decir "no"
Habrá que empezar a tomar nota, como Valdano, de por qué el rock más fuerte es programado como cierre de la brillante temporada de conciertos, en Las Ventas. Cuando los bolsillos están del todo vacíos y la lluvia amenaza, entonces se abre la puerta al sonido agreste y los. mensajes incómodos. Sin permitir, además, el consumo de alcohol. Es decir, tratando al público como si fueran niños.No hubo llenazo para ver a Rosendo, pero la entrada fue más que razonable a estas alturas del partido. Para abrir boca, se presentaron M-Clan, antes ex Murciélagos, de Murcia. Este sexteto concita el beneplácito de crítica y público y mostró sus maneras, a lo Allman,Bros., Rolling Stones, Black Crows y demás arquetipos peludos.
M-Clan, Tribu X y Rosendo
Plaza de toros de Las Ventas. Madrid, jueves 22 de septiembre.
Pasadas las diez de la noche, le tocó el turno a Tribu X. Era la segunda vez, en menos de un mes, que estos multiganadores de concursos tocaban en el coso taurino y, en esta ocasión, lo hacían para presentar su disco Pirueta radical. A pesar de lo perro del sonido en sus inicios, el quinteto liderado por el enérgico y elástico Joseba Elola, dio muestras de cómo hay que ir haciéndose un huequecito en la gloria de los elegidos. Muy bien el juego de guitarras de Rat y Chueka y sobresaliente para el Gnomo, batidor de parches. Ahora sólo hay que pulir y dejar que canciones como El fallador, Yo quiero, 24 horas o Mejor ser uno menos, encuentren su sitio e n la desordenada estantería del inconsciente colectivo. Llevan camino de ser más clásicos que Burning, Tierno, o el Oso y el Madroño.
O que el propio Rosendo, el menos pretencioso de los músicos del país y el único capaz de no cantar, si no quiere o no puede una sola sílaba de su propio repertorio. Para eso ya está el público. Con la excelente banda que le viene acompañando desde hace ya varios discos, Rosendo volvió a decir que no. La electricidad de su guitarra y su rasposa voz le dieron un repaso de lujo a su último disco, Para bien o para mal, así como a lo más legendario de la trayectoria musical de este hombre, "que no hacía canciones. Hacía leños". Espléndidas las versiones de Cosita, Pan de higo, Majetes, Agradecido y una mención especial para Lo que tú y yo sabemos, que, salvando la razonable distancia, le queda incluso mejor que al propio Antonio Vega. Una vez más, Rosendo demostró en su feudo que, en esta España de medias tintas, aún hay artistas y público dispuestos a decir no de un montón de maneras. Mal que les pese.
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