Entre el altruismo y el tráfico de influencias

La mano derecha de Ramón Jáuregui y hombre clave del aparato del PSE-EE, Marcos Merino, es uno de los antiguos sindicalistas de la UGT que ascendieron a la política tras el triunfo socialista de 1982. El hombre al que el instructor del casó Osakidetza considera "encubridor, en el mejor de los casos, de un delito de falsedad documental" es un autodidacto en legislación laboral, que a los 16 años empezó a trabajar como aprendiz de soldador en su pueblo, Tariego de Cerrato (Palencia).Tiene 46 años, tres hijos, fama de altruista y conciliador, y una imagen de político discreto, sin brillo, pero eficaz. Afiliado a la UGT desde 1977, trabajó en La Naval, donde conserva la excedencia, y participó como dirigente de esa central en las reconversiones de la industria pesada vizcaína.

Su experiencia en conflictos laborales y sus dotes para la organización y el acuerdo le llevaron a ocupar, siempre de la mano de Jáuregui, el puesto de secretario de organización del PSE-PSOE primero, y el cargo de director del gabinete de Jáuregui en la vicepresidencia del Gobierno vasco.

Persona de la máxima confianza de Jáuregui, el diputado por Vizcaya en el Congreso y ex vicesecretario general del PSE-EE ha asesorado estos últimos años ante las distintas administraciones a simpatizantes y pequeños empresarios situados en la órbita socialista, una práctica que sus adversarios colocan en el escabroso terreno del tráfico de influencias y sus amigos atribuyen a su honesta disposición a ayudar a los demás.

Según el juez instructor, Marcos Merino mantuvo una estrecha relación con los gestores de su partido que organizaron el fraude en el servicio vasco de salud (Osakidetza).