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Bajo el recuerdo de la hiperinflación

Juan Jesús Aznárez

Francisco Sagasti, funcionario del Banco Mundial durante cinco años y promotor de estudios sobre gobernabilidad en Perú, parte de la base de que el autogolpe de Alberto Fujimori era "absolutamente innecesario" y hubiera podido ser evitado con un poco de colmillo político. Reconoce que una parte importante de la sociedad apoya los cambios acordándose del descalabro y la hiperinflación de 1989 y 1990, años en que concluía el Gobierno de Alar García.Las distorsiones de entonces se agruparon en una suerte de realismo mágico, y "para cualquier persona, sea empresario o trabajador, el hecho de tener cierta estabilidad en niveles de precios, de bienes y servicios es un gran salto. Sobre todo aceptando que la inflación es el gran impuesto para los pobres".

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Este analista manifiesta que el principal escollo ahora es que el presidente no conoce cómo operar en un sistema en el cual haya delegación de autoridad; controles y contrapesos. "No es inclinación autoritaria consciente, es que no sabe actuar de otra manera".

Sagasti advierte que se ha resuelto un conjunto de problemas con soluciones "insostenibles" en el mediano y largo plazo y cuya quiebra puede desestabilizar la nación. Cree que consolidar la lucha contra la inflación y el terrorismo, combatir la pobreza, mejorar la competitividad, descentralizar el país, reformar el poder judicial y el aparato estatal exige un cambio en el estilo que le han permitido avanzar.

"Lo que se requiere en la siguiente etapa no es el manejo chiquito, de gabinete cerrado, de decisiones drásticas y dificiles; de labor de demolición de un edificio que se caía. Habrá que reconstruir, y para ello hay que consultar y conseguir apoyos. Y un capataz de demolición no puede dirigir una labor de reconstrucción".

La linea argumental de César Arias Quirot, autor del libro La modernización autoritaria, abre el paso a un entendimiento. "El problema del autoritarismo presidencial no fue más grave porque el mandatarío no es un hombre ideologizado, sino que tiende más bien al pragmatismo, lo cual le permite una gran dosis de flexibilidad".

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Arias alerta, sin embargo, que, de mantenerse.el predominio del autoritarismo, existe. la amenaza de que estos hábitos se prolonguen por décadas y entronicen a otros caudillos, con ideas distintas pero con idéntico espíritu mesiánico. "Esa lógica, en el próximo siglo, sólo nos podrá significar inestabilidad y, por tanto, estancamiento y barbarie".

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