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Con el vino en el corazón

La oposición de España a la reforma del vino en la UE se basa, según el autor, en que supone una discriminacion en relación con otros productos y no respeta el equilibrio regional.

Desde la incorporación de España a las Comunidades Europeas, en el año 1986, ninguna propuesta de decisión de la comisión ha provocado tantas reacciones negativas como la reforma de la Organización Común de Mercados del vino. Ha sido rechazado unánimemente tanto por las asociaciones agrarias como por los partidos políticos, por el Congreso y el Senado, el informe Mateo Sierra, del Parlamento Europeo; el Comité de las Regiones de Europa, la Mesa del Vino, las Comunidades Autónomas y los ayuntamientos. Y por supuesto, por el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación y el Gobierno en pleno.Nuestra oposición básica está basada en la doble discriminación que, a mi juicio, la reforma de la OCM supone para España. Se trata de una discriminación con respecto al tratamiento dado en la UE a otros productos, como la leche o la carne de vacuno y de una discriminación regional que olvida las diferentes condiciones de producción que marcan el clima y la geografÍa.

La sociedad española ha visto cómo la Unión Europea ha afrontado los inevitables ajustes estructurales de otros sectores de la PAC que también tenían problemas de excedentes -cultivos herbáceos y leche, entre otros-, considerando los excedentes como productos comunitarios, pero no de una bandera determinada. Y para el sector del vino, incomprensible e inadmisiblemente, ese principio quiere modificarse. Además, otros sectores han hecho el esfuerzo del ajuste en varias campañas, mientras que se pretende que el vino sufra desde el primer año los efectos del ajuste.

Por otra parte, las acciones de regulación del mercado y los costes son asumidos íntegramente por el FEOGA-Garantía en las anteriores OCM, mientras que en el caso del vino se propone la participación de los Estados miembros en la financiación de determinadas acciones, rompiendo así el principio de la solidaridad financiera. A esto hay que añadir el que, una vez pasados los seis años del ajuste, se reduce el esfuerzo financiero para vino, mientras que, como se sabe, permanece para otros sectores mediante ayudas por hectárea o por cabeza de ganado. La preferencia comunitaria, por otro lado,. tampoco está suficiente capaz de encontrar planteamientos positivos.

En cuanto a la discriminación por regiones, es a todas luces sorprendente que se mantenga una práctica enológica como la chaptalización -el añadido de azúcar al vino de baja graduación, derivada de un cultivo forzado, para que tenga un mayor grado alcohólico-, incongruente y sin justificación técnica. Potenciar el vino artificial de regiones que no han sido dotadas por la naturaleza con el sol que el buen vino exige, en detrimento de aquellas regiones que cultivan vides desde hace miles de años, es sin duda un contrasentido. Los excelentes artificiales provocados por la chaptalización se cifran entre 15 y 20 millones de hectolitros, y precisamente los países que utilizan estas prácticas van a tener cantidades de referencia histórica derivada del incremento artificial de la producción.

Con este modelo, algunos países pueden limitar su producción reduciendo la chaptalización mento de soporte de la tierra agrícola. Y dado que el primer problema ecológico de nuestro país es la erosión, parece muy imprudente estimular el arranque de viñedos y dejar la tierra expuesta a la erosión. Por cada hectolitro de vino retirado del mercado por la vía del arranque se desertifican el doble o el triple de hectáreas en los Estados del Sur que en los del Norte.

Dado que uno de los pilares fundamentales de la reforma de la política agrícola común es la protección ambiental, el documento también conculca este principio. En términos de mayor agresión, al medio ambiente, el orden de las medidas contempladas para la reducción del potencial del vino es: arranque, vendimia en verde, reducción de red¡mientos, eliminación de la chaptalización.

En resumen, la propuesta actual es inaceptable, tanto en su filosofía como en su redacción. Es necesario trabajar sobre otras posibilidades que se adapten a los principios de la PAC (solidaridad financiera, unicidad del mercado, preferencia comunitaria) y sobre todo al compromomiso del Consejo Yumbo odel 20 de septiembre de 1993. Y mientras no se modifique la propuesta, me opondré con firmeza a estos planteamientos discriminatorios.

España, como país mediterráneo, tiene una relación con el vino que va más allá de la economía. Más allá del disparate que por muchos motivos, como queda dicho, supone la reforma, más allá incluso de la barbaridad ecológica del arranque, no es posible que el esfuerzo de generaciones y generaciones de hombres y mujeres a lo largo de más de mil años sea arrancado de golpe. El vino es en el Mediterráneo más que una bebida, una seña de identidad presente en la literatura, en la religión, en las fiestas, en el más hondo sentir de nuestro pueblo. No vamos a permitir que nos arranquen el vino, porque sería permitir que nos arrancaran el corazón.,

Luis Atienza es ministro de Agricultura, Pesca y Alimentación.

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